Imagina que tu móvil es una pequeña cabina de efectos especiales: entras con un clip cotidiano y sales con algo digno de un tráiler de verano. Eso promete Meta con su flamante editor de vídeo con IA, la primera aplicación comercial que nace del proyecto Movie Gen. El servicio permite retocar vídeos grabados con la cámara del teléfono y añadirles transformaciones visuales que antes requerían horas de postproducción o un equipo de estudio.
La herramienta llega con más de cincuenta indicaciones predefinidas—los llamados presets—que funcionan como filtros supervitaminados. Con un solo toque puedes convertir tu chaqueta en una armadura de videojuego, tu salón en una playa tropical o tu baile en un ballet suspendido entre nubes pintadas. Si los filtros de Instagram fueran acuarelas, estos efectos de vídeo serían murales en 3D; el salto cualitativo se nota tanto en la textura como en la coherencia de la escena. Cada instrucción reinterpreta el fotograma completo: ropa, entorno, iluminación y color. Dentro de poco, Meta promete activar la opción de escribir indicaciones personalizadas, abriendo la puerta a resultados tan únicos como la imaginación de cada usuario.
El cerebro de la operación es Movie Gen, un modelo de inteligencia artificial generativa especializado en señales de vídeo. A diferencia de herramientas pasadas que sólo podían generar clips desde cero, aquí hablamos de una IA híbrida: interpreta lo que ya existe (tus grabaciones) y decide cómo «pintarlo» de nuevo fotograma a fotograma. Piensa en una impresora 3D que en lugar de plástico deposita texturas digitales sobre tu vídeo original, siguiendo reglas de perspectiva y movimiento para que el resultado no parezca un simple collage. Esta misma arquitectura es capaz de crear vídeos desde cero o animar fotos estáticas, un potencial que todavía se reserva para pruebas internas, pero cuyo código genético ya palpita en la aplicación pública.
Por ahora, la magia tiene bordes: no hay función para teclear indicaciones libres, y la duración máxima del clip es breve; perfecto para historias de Instagram, no tanto para una pieza de YouTube. Los estilos no se pueden combinar entre sí y, si el vídeo tiene iluminación muy variable, algunos detalles pueden «fundirse» como helado al sol. Meta ha comunicado que a finales de año llegará la escritura de indicaciones y una expansión del catálogo de estilos. También se estudia la posibilidad de exportar los resultados en resolución 4K y de integrar la edición por capas, facilitando ajustes finos sobre elementos concretos como fondo, ropa o piel.
Para un creador independiente, esta herramienta es el equivalente a tener un equipo de posproducción en el bolsillo. Un tutorial de cocina puede pasar de «tomé un bol» a «preparo la receta flotando sobre un planeta de harina» sin tocar un ordenador. Las marcas ganan un escaparate nuevo para campañas hiperpersonalizadas y rápidas: imagina cambiar el entorno de un anuncio según la ciudad del espectador, como si el producto «viajara» en tiempo real. Al acortar la distancia entre idea y acabado, la IA convierte al smartphone en un lienzo cinemático donde cada frame cuenta historias más ricas.
Un consejo práctico: graba con buena luz y fondos despejados. Cuanto más nítidos sean los bordes de los objetos, más fácil será para la IA respetar contornos y evitar manchas indeseadas.
El anuncio de Meta llega cuando Adobe, Runway y varias startups pelean por el mismo pastel. Cada jugador trae su receta de IA generativa: algunos apuestan por herramientas de pago con control profesional; otros, por soluciones más simples centradas en redes sociales. La diferencia crucial está en la integración: la base de usuarios de Instagram ofrece a Meta un atajo hacia la masificación de estos efectos. Falta ver cómo gestionará la empresa los dilemas de derechos de autor y los riesgos de desinformación cuando los vídeos realistas se vuelvan aún más fáciles de manipular.
Estamos presenciando un momento similar al salto de la fotografía analógica al filtro digital: lo que antes costaba un carrete y un laboratorio hoy se realiza con un deslizador. Si la tendencia continúa, la edición de vídeo dejará de ser una fase aparte para convertirse en un gesto tan cotidiano como elegir un emoji. Quienes creen contenido tendrán un lienzo más grande; quienes consuman, un flujo constante de historias visuales que juegan con la frontera entre lo posible y lo imaginado.