La app Tea, conocida por ofrecer un espacio digital seguro donde las mujeres pueden compartir experiencias sobre hombres y consultar antecedentes, enfrenta una crisis de privacidad tras el robo masivo de datos. Un ciberataque ha expuesto más de 72.000 imágenes, incluyendo 13.000 selfies y documentos oficiales usados en el proceso de verificación. Esta vulnerabilidad ha puesto en riesgo a miles de mujeres que confiaban en la plataforma para preservar su anonimato y seguridad.
¿Qué es la app Tea y por qué se ha hecho tan popular?
Tea se presentaba como una suerte de «red de susurros» virtual. Su función principal es permitir que las mujeres compartan información sobre hombres, incluyendo fotos, nombres y comentarios que los catalogan como «bandera roja» o «bandera verde», según experiencias previas.
Su crecimiento ha sido meteórico: se convirtió en la app gratuita más descargada de la App Store recientemente. Este auge está relacionado con su promesa de anonimato, seguridad y utilidad a la hora de detectar posibles riesgos en el ámbito de las citas.
Para registrarse, las usuarias debían tomarse una selfie y subir un documento de identidad para demostrar que eran mujeres. Aunque la empresa aseguraba eliminar esas imágenes tras la verificación, ahora se sabe que una base de datos de hace más de dos años fue comprometida.
El ciberataque: qué se filtró y cómo ocurrió
El pasado viernes, un portavoz de Tea confirmó que hackers accedieron a una base de datos antigua, originalmente almacenada para cumplir con exigencias legales en la prevención del ciberacoso. El resultado: decenas de miles de imágenes personales e identificaciones oficiales ahora circulan en internet.
La situación se agravó cuando, pocos días después, se descubrió un segundo fallo de seguridad que permitió el acceso a más de 1,1 millones de mensajes privados entre usuarias. Algunos de estos mensajes contenían datos lo suficientemente detallados como para identificar a las personas involucradas. Aunque no hay confirmación de que estos mensajes hayan sido filtrados, los expertos en seguridad advierten sobre el alto riesgo de explotación de esta información.
Reacciones y consecuencias inmediatas
La reacción en plataformas como 4Chan no se hizo esperar. Usuarios comenzaron una campaña de «hack and leak» contra Tea, y se publicó un enlace que permitía descargar la base de datos robada. Algunas de estas imágenes ya han sido compartidas en redes como X (antes Twitter), y en Google Maps ha aparecido un mapa anónimo que supuestamente muestra las ubicaciones de usuarias afectadas, aunque sin nombres asociados.
Frente al caos, Tea ha retirado los sistemas afectados, contratado expertos en ciberseguridad y prometido ofrecer servicios gratuitos de protección de identidad a las personas perjudicadas.
Riesgos reales para las usuarias: de la vergüenza pública al doxxing
El caso Tea pone en evidencia un peligro creciente: los espacios digitales supuestamente seguros para las mujeres pueden convertirse en herramientas de acoso masivo si no están bien protegidos. Fotos privadas, nombres, identificaciones y conversaciones íntimas ahora están al alcance de cualquiera con malas intenciones.
El doxxing, o la exposición pública de datos personales, es una amenaza real. Imaginemos que alguien que nunca quiso aparecer en internet ahora tiene su foto y su documento flotando en foros anónimos. Esa ansiedad puede escalar a consecuencias graves: desde acoso en redes hasta amenazas en la vida real.
Un debate que va más allá de la seguridad digital
El impacto social también es relevante. Mientras Tea ha sido una herramienta últil para muchas mujeres que buscan evitar situaciones peligrosas, también ha sido criticada por posibles excesos, como denuncias sin verificación o el riesgo de fomentar el ciberacoso desde el anonimato.
Algunos hombres han expresado su preocupación sobre ser falsamente etiquetados o «cancelados» sin derecho a defenderse. Otros han respondido creando apps alternativas solo para hombres, como Teaborn, que terminó cerrando tras ser acusada de fomentar la distribución de «revenge porn».
Lecciones para el futuro de las apps de denuncia anónima
El caso Tea abre un debate urgente sobre cómo equilibrar seguridad, anonimato y responsabilidad en el entorno digital. Si bien es vital que existan espacios donde las mujeres puedan compartir experiencias y protegerse, también es necesario asegurar mecanismos de verificación robustos, transparencia en el manejo de datos y canales eficaces para responder ante filtraciones.
Las plataformas deben repensar sus protocolos: desde almacenar datos mínimos hasta invertir desde el inicio en infraestructura de ciberseguridad y auditar vulnerabilidades con regularidad.
Mientras tanto, las usuarias deben ser cautelosas con los datos que comparten en este tipo de apps. Una selfie o un mensaje privado, aunque parezcan inocentes en el momento, pueden volverse públicos de la noche a la mañana.