Las contraseñas se parecen a las llaves mecánicas de una casa antigua: cumplen su función, pero cualquier persona con una copia puede entrar sin que lo notes. Tras décadas de filtraciones y ataques de phishing, la comunidad de seguridad coincide en que las contraseñas largas, complejas y cambiantes ya no bastan. Día tras día vemos mensajes que invitan a «cambiar la clave» o «activar el doble factor». En 2025, la mejor práctica de ciberhigiene empieza con la eliminación de esa primera barrera tan frágil.

¿Qué son las llaves FIDO y por qué son tan fiables?

Imagina un llavero digital que solo funciona en tu cerradura y se autodestruye si alguien intenta clonarlo. Así se comportan las llaves FIDO (Fast Identity Online). Basadas en el estándar FIDO2, combinan algo que tienes (la llave física) con algo que sabes (un PIN local) o algo que eres (tu huella). Cuando inicias sesión, la llave genera un par de claves criptográficas único para cada servicio, de modo que un atacante no puede reutilizar lo robado en otro sitio. Es como repartir llaves distintas para cada puerta, sin que tú debas recordarlas ni apuntarlas.

Biometría avanzada: tu cuerpo como contraseña

La biometría ha pasado de la ciencia ficción a la rutina diaria. Huellas dactilares, rostro, iris e incluso la voz sirven para abrir apps bancarias en segundos. Piensa en el lector de huellas de tu smartphone: es el equivalente moderno al timbre de tu casa, pero solo responde a tu propio dedo. La inteligencia artificial ha perfeccionado la detección de vida —mirar un instante a la cámara o pronunciar una frase— evitando que una foto o un audio basten para engañar al sistema. Así, la autenticación se vuelve casi transparente: tu identidad se verifica mientras tú apenas lo notas.

Ventajas que se sienten y riesgos que se gestionan

Usar autenticación sin contraseñas con llaves FIDO y biometría reduce el robo de credenciales, simplifica el acceso y ahorra a las empresas millones en soporte técnico. Sin embargo, ningún candado es invulnerable. Los datos biométricos son permanentes: si se filtran, no puedes «cambiar de cara» como cambias de contraseña. Por eso los proveedores almacenan solo vectores cifrados, evitando conservar la imagen original. Otro riesgo es la pérdida de la llave física; la solución pasa por registrar varias llaves y guardar una de repuesto en un lugar seguro, como se hace con las llaves de casa.

Buenas prácticas de ciberhigiene para 2025

  • Registra al menos dos llaves FIDO por servicio: una en tu llavero diario y otra guardada en casa.
  • Activa el desbloqueo biométrico donde esté disponible, pero exige verificación de vida (liveness).
  • Actualiza firmware y aplicaciones con regularidad; la seguridad se refuerza con cada parche.
  • Desconfía de correos que te pidan tu huella o PIN: nadie legítimo necesita esos datos por email.
  • Realiza copias de seguridad de las claves de recuperación: un pequeño folio encriptado puede salvar tu negocio.

Casos de uso que marcan tendencia

  • Banca móvil: más del 50 % de los clientes de grandes entidades ya acceden solo con rostro o huella. El tiempo medio de desbloqueo cae por debajo de los dos segundos.
  • Administraciones públicas: algunos países permiten firmar documentos oficiales con llaves FIDO certificadas, evitando desplazamientos y errores de identidad.
  • Empresas híbridas: equipos que trabajan desde casa usan llaves FIDO para conectarse a la VPN sin recordar complejas contraseñas que cambian cada trimestre.

¿Cómo empezar? Una guía exprés

  • Elige una llave FIDO2 compatible con tus dispositivos (USB‑C, NFC o Bluetooth).
  • Configura un PIN local: actúa como segunda barrera si pierdes la llave.
  • Añade biometría (huella o rostro) al mismo dispositivo para agilizar el día a día.
  • Desactiva el inicio de sesión con contraseña en los servicios que lo permitan.
  • Forma a tu equipo: una sesión de 30 minutos basta para que todos entiendan la mecánica.

Mirando hacia 2026 y más allá

El horizonte apunta a una convergencia total: dispositivos, llaves y sensores biométricos funcionarán de forma orquestada. Igual que tu coche actual detecta la llave al acercarte y ajusta el asiento a tu gusto, los sistemas digitales reconocerán tu presencia y validarán tu identidad sin que muevas un dedo. La ciberhigiene será tan invisible como lavarse las manos: una rutina automática que protege sin estorbar.

Un robot baterista que aprende a tocar como un humano gracias a la inteligencia artificial

Imaginar a un robot humanoide tocando la batería en un concierto de rock puede parecer una escena sacada de una película de ciencia ficción. Sin embargo, esta imagen está mucho más cerca de la realidad de lo que pensamos. Un equipo de investigadores en Suiza e Italia ha desarrollado Robot Drummer, un sistema que combina robótica y aprendizaje por refuerzo para que un humanoide no solo toque la batería con precisión, sino que también adquiera movimientos y estrategias propias de un baterista humano.