En pleno corazón de Pekín acaba de abrir un espacio que parece sacado de una superproducción de ciencia ficción: Robot Mall, el primer centro comercial especializado en robots humanoides y dispositivos robóticos de consumo en China. Aquí conviven desde mayordomos mecánicos hasta réplicas hiperrealistas de Albert Einstein, con más de un centenar de modelos disponibles para comprar, probar o encargar.
No se trata de un experimento para turistas, sino de un formato de venta pensado para acercar la robótica al público general, ofreciendo una experiencia de compra similar a la de un concesionario de coches, pero con robots.
Un “concesionario” de robots que se puede visitar
En lugar de las típicas estanterías de una tienda de electrónica, Robot Mall organiza su espacio como un showroom. Los visitantes pueden pasear entre diferentes modelos, interactuar con ellos y recibir asesoramiento técnico especializado. El objetivo es que cualquier persona —desde un particular hasta un empresario— pueda elegir el robot que mejor se adapte a sus necesidades.
La tienda no se limita a vender unidades; también ofrece mantenimiento, repuestos y soporte técnico, algo clave para dispositivos que requieren actualizaciones, calibraciones y reparaciones periódicas. La idea es que, igual que con un coche, el cliente cuente con un servicio posventa fiable que garantice el funcionamiento a largo plazo.
Los precios son tan variados como sus funciones: desde 2.000 yuanes (unos 278 dólares) para modelos domésticos básicos, hasta varios millones de yuanes para robots especializados en entornos industriales o de investigación.
Robots para todo tipo de tareas y públicos
La oferta de Robot Mall está pensada para cubrir necesidades muy distintas. Los visitantes pueden encontrar:
- Perros robóticos que simulan movimientos y comportamientos reales.
- Robots que juegan al ajedrez y pueden servir como entrenadores interactivos.
- Recepcionistas que hablan varios idiomas y atienden a clientes en hoteles o empresas.
- Cocineros mecánicos capaces de preparar menús completos sin intervención humana.
- Réplicas realistas de personajes históricos como Albert Einstein o el emperador Qin Shi Huang, diseñadas para museos o exposiciones.
- Robots de entretenimiento que bailan, cuentan chistes o actúan en pequeños espectáculos.
- Modelos de servicio para hostelería y comercios, capaces de tomar pedidos, servir platos o guiar a los clientes.
El centro está estratégicamente ubicado junto a un restaurante temático donde tanto los camareros como los chefs son robots. De esta forma, el visitante no solo ve la tecnología en exposición, sino también en acción, lo que ayuda a imaginar sus aplicaciones reales.
Un impulso clave para la industria robótica china
La apertura de Robot Mall no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia nacional. China lleva años invirtiendo miles de millones en robótica e inteligencia artificial para responder a dos desafíos: el rápido envejecimiento de la población y la necesidad de encontrar motores de crecimiento económico sostenibles.
En el último año, las subvenciones públicas para el sector han superado los 20.000 millones de dólares, y el gobierno planea lanzar un fondo de 1 billón de yuanes destinado a financiar startups y proyectos innovadores en este campo.
Según Wang Yifan, director del establecimiento, “si queremos que los robots entren en miles de hogares, no basta con que las empresas los fabriquen; necesitamos puntos de venta accesibles”. Es decir, no se trata solo de innovación tecnológica, sino también de crear canales de distribución que acerquen estos productos al consumidor final.
Un escaparate para el mundo
La apertura del Robot Mall coincidió con el inicio de la Conferencia Mundial de Robots en Pekín, un evento de cinco días que reúne más de 1.500 exhibiciones de 200 compañías locales e internacionales. Esta sincronización no es casual: el centro sirve como vitrina para inversores, medios y socios comerciales que acuden a la capital china para conocer los últimos avances.
Además, Pekín se prepara para acoger la primera edición de los Juegos Mundiales de Robots Humanoides, que se celebrarán del 14 al 17 de agosto. Equipos de más de 20 países competirán en pruebas tan variadas como atletismo, fútbol o danza robótica. Este tipo de eventos refuerza la imagen de China como un actor clave en la carrera global por el liderazgo en robótica.
Un nuevo modelo de compra de tecnología
Lo que propone Robot Mall podría transformar la forma en que el público accede a tecnologías emergentes. Hasta ahora, adquirir un robot de servicio o un modelo humanoide implicaba acudir a ferias especializadas, hacer pedidos online a fabricantes lejanos o trabajar con distribuidores industriales.
En este nuevo formato, el cliente puede probar, comparar y recibir soporte técnico en un mismo lugar, reduciendo las barreras de entrada. Esto recuerda al papel que tuvieron en su momento las grandes superficies de electrónica para popularizar ordenadores o televisores: la experiencia directa genera confianza y acelera la adopción.
La experiencia como motor de ventas
Uno de los factores más interesantes es que la tienda no busca solo vender, sino ofrecer experiencias inmersivas. Al permitir que las personas interactúen con robots en un contexto real (como el restaurante contiguo), se genera un vínculo emocional y una percepción de utilidad inmediata.
Por ejemplo, ver a un robot camarero moverse con soltura entre las mesas o a un cocinero mecánico preparar un plato desde cero ayuda a romper la barrera psicológica que muchos todavía tienen hacia estas tecnologías. Lo que antes era “ciencia ficción” se convierte en una herramienta práctica y tangible.
¿El inicio de una tendencia global?
Aunque Robot Mall es pionero en China, la idea de un “concesionario” de robots podría replicarse en otros países. Si en unos años los robots domésticos y de servicio se vuelven tan comunes como un smartphone, tener espacios físicos donde verlos y compararlos será tan natural como visitar una tienda de electrodomésticos.
La clave estará en la accesibilidad económica, la utilidad real y la integración con otros sistemas inteligentes del hogar o la empresa. Si estos factores se alinean, es posible que dentro de poco hablar de “ir a comprar un robot” deje de ser una rareza.