Sam Altman, CEO de OpenAI, está dando los primeros pasos para lanzar una nueva empresa que apunta directamente al terreno donde Neuralink, la compañía de Elon Musk, ha estado avanzando desde hace años: la conexión directa entre el cerebro humano y los ordenadores. La nueva startup se llamaría Merge Labs y estaría en plena ronda de financiación, con una valoración inicial de unos 850 millones de dólares, según reveló el Financial Times.

Una carrera por el control mental de la tecnología

La propuesta de Merge Labs es ambiciosa: desarrollar tecnologías que permitan una interfaz cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés). Este tipo de tecnología busca captar señales neuronales directamente del cerebro para que una persona pueda controlar dispositivos tecnológicos con la mente. En términos simples, es como conectar un cable entre el pensamiento y la acción digital, eliminando el teclado, el ratón o incluso la voz como intermediarios.

En este terreno, Neuralink lleva ventaja. Fundada en 2016 y revelada públicamente en 2017, la empresa de Musk ha logrado importantes avances, incluyendo ensayos clínicos en personas con parálisis severa. Su objetivo es que estas personas puedan controlar dispositivos mediante sus pensamientos, lo que tiene un enorme potencial terapéutico y social. En junio de 2025, Neuralink recaudó 600 millones de dólares en una ronda Serie E, alcanzando una valoración de 9.000 millones de dólares.

¿Quién está detrás de Merge Labs?

Además de Sam Altman, Merge Labs también estaría colaborando con Alex Blania, director de Tools for Humanity (anteriormente conocida como World), la empresa responsable del polémico escáner ocular que verifica la identidad humana. Este sistema se ha utilizado en proyectos como Worldcoin, que busca crear un sistema de identidad global vinculado al blockchain.

Ambos personajes comparten una visión futurista sobre el papel del ser humano frente a la inteligencia artificial. Altman ya hablaba desde 2017 del concepto de «The Merge», una especie de fusión entre humanos y máquinas como una evolución inevitable. Según él, no se trata solo de convivir con la inteligencia artificial, sino de integrarla en el propio ser humano.

OpenAI: ¿inversor o mero espectador?

Uno de los aspectos más llamativos es la posible participación de OpenAI Ventures en la financiación de Merge Labs. Aunque las fuentes señalan que las conversaciones aún están en etapas tempranas y no hay compromiso oficial, esta posible inversión ha levantado expectativas.

El hecho de que OpenAI, una organización profundamente involucrada en el desarrollo de inteligencia artificial general (AGI), apoye una empresa que busca integrar directamente esa inteligencia en el cerebro humano, podría tener implicaciones profundas. No solo económicas, sino éticas y filosóficas.

Competencia y tensiones personales

La noticia llega en un contexto de alta tensión entre Altman y Musk, antiguos colaboradores en OpenAI. Musk abandonó la organización en 2018, y desde entonces sus caminos se han separado, a menudo con choques públicos. Recientemente, ambos intercambiaron acusaciones en la red social X (antes Twitter), mostrando que la rivalidad personal también podría estar influyendo en el surgimiento de esta nueva competencia tecnológica.

Que Merge Labs surja ahora no parece casualidad. Aunque todavía no ha sido anunciada oficialmente, todo indica que Altman no está dispuesto a dejarle a Musk el monopolio de un área tan crítica como la conexión entre el cerebro y las máquinas.

De la ciencia ficción a la práctica clínica

El concepto de interfaz cerebro-computadora ha sido durante años material de novelas de ciencia ficción, pero hoy se encuentra cada vez más cerca de la realidad cotidiana. Estas tecnologías prometen cambiar radicalmente cómo interactuamos con los dispositivos, con aplicaciones que van desde la medicina hasta el entretenimiento.

Por ejemplo, una persona con una enfermedad neurodegenerativa podría escribir un mensaje solo con pensarlo, o alguien con movilidad reducida podría manipular una computadora sin mover un dedo. Más allá de estos casos médicos, también se vislumbra un futuro donde cualquier persona podría optar por “mejorarse” mediante implantes tecnológicos.

No obstante, los retos son enormes: desde el desarrollo técnico hasta los dilemas éticos, pasando por la seguridad de los datos neuronales y la posibilidad de manipulación externa. En un escenario donde la mente podría convertirse en interfaz directa, las preguntas sobre privacidad y control cobran una dimensión completamente nueva.

¿Qué diferencia a Merge Labs?

Aunque aún se sabe poco sobre la tecnología específica que desarrollará Merge Labs, la combinación de perfiles como Altman y Blania sugiere que su enfoque podría ir más allá de lo clínico. Es posible que Merge Labs busque integrar las BCI con sistemas de identidad digital, blockchain o incluso herramientas de inteligencia artificial como las desarrolladas por OpenAI.

Esta visión más holística podría posicionar a Merge Labs como un jugador con una propuesta más amplia que la de Neuralink, que hasta ahora ha estado enfocada principalmente en el ámbito médico y neurocientífico.

La singularidad: ¿utopía o advertencia?

Tanto Musk como Altman han hablado en múltiples ocasiones del concepto de la singularidad, ese hipotético punto en el futuro donde la inteligencia artificial superaría a la inteligencia humana. Para algunos, esa frontera marcaría el inicio de una nueva era; para otros, un riesgo existencial.

Lo que antes parecía un debate filosófico hoy se convierte en una carrera tecnológica concreta, con inversiones millonarias y aplicaciones prácticas que podrían estar a pocos años de distancia.

La aparición de Merge Labs confirma que esta carrera no será un camino unidireccional, ni exclusivo de una sola visión. Más bien, representa un campo abierto, en el que diferentes enfoques competirán por definir cómo será esa fusión entre mente y máquina.

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