Cada otoño, millones de mariposas monarca emprenden una travesía de hasta 4.800 kilómetros desde el norte de Estados Unidos y Canadá hasta los bosques de oyamel en las montañas del centro de México. Este recorrido, tan extraordinario para un insecto, requiere un sistema de navegación sorprendentemente sofisticado. Pero según un nuevo estudio publicado en la revista PLOS One, ese sistema podría estar fallando debido al cambio climático.

Dos compases biológicos: el secreto de su orientación

Las mariposas monarca utilizan dos tipos de compases internos para guiarse durante su migración:

  • El compás solar, que les permite orientarse según la posición del Sol en combinación con su reloj biológico.
  • El compás magnético, un sistema alternativo que utilizan en días nublados, basado en el campo magnético terrestre.

Ambos compases requieren una calibración previa para funcionar correctamente. En el caso del viaje hacia el sur, esa calibración se activa con las temperaturas más frías del otoño. Lo que no estaba claro hasta ahora era si ese mismo mecanismo también se aplica cuando las mariposas emprenden el retorno hacia el norte en primavera.

El papel del frío: un «refrigerador natural»

El neuroecólogo Patrick Guerra y su equipo se propusieron resolver esta duda. Sabían que el compás solar se recalibra durante el invierno gracias a la exposición prolongada al frío en los bosques mexicanos, una especie de «refrigerador natural» que reinicia su sistema de navegación.

Para comprobar si el compás magnético también funciona de esta manera, realizaron experimentos con mariposas migratorias y no migratorias. Primero, las expusieron a campos magnéticos artificiales y observaron hacia qué dirección se orientaban al enderezarse tras ser colocadas boca abajo (una técnica llamada respuesta de enderezamiento). Las mariposas migratorias se orientaban al sur; las no migratorias, al norte.

Posteriormente, enfriaron artificialmente a un grupo de mariposas para simular el invierno mexicano. Cuando repitieron la prueba, las mariposas migratorias ya se orientaban al norte. En cambio, las no migratorias seguían orientándose al sur. Esto confirmó que el frío también recalibra su compás magnético.

Clima templado, problema serio

El problema es que el calentamiento global está provocando inviernos más cálidos en México, lo que podría impedir que las mariposas reciban la «señal térmica» necesaria para reiniciar correctamente sus compases. Si las condiciones frías no son suficientemente intensas o prolongadas, las mariposas pueden perder su habilidad para regresar al norte, un comportamiento que depende de que ambos compases estén correctamente sincronizados.

Guerra advierte que este hallazgo evidencia cuán estrechamente dependientes son estos insectos de las condiciones ambientales. Si su entorno cambia, su biología puede quedar desincronizada, como si un reloj se adelantara o atrasara sin que su dueño se diera cuenta.

Un futuro incierto para las monarcas

El estudio deja claro que tanto el compás solar como el magnético requieren del frío para funcionar bien, lo que convierte al cambio climático en una amenaza doble para su supervivencia migratoria. A medida que aumentan las temperaturas invernales, podríamos estar observando una generación de mariposas incapaz de encontrar el camino de regreso.

Es como si a un piloto le fallara tanto el GPS como la brújula en pleno vuelo. Y aunque la naturaleza suele encontrar formas de adaptarse, el problema es la velocidad del cambio. La evolución es lenta; el calentamiento global, rápido.

La importancia de seguir investigando

Aún no se sabe con exactitud cuáles son los umbrales de temperatura mínima necesarios para recalibrar estos sistemas de navegación. Guerra señala que este será uno de los próximos focos de investigación, porque comprenderlo podría ayudar a diseñar estrategias de conservación más eficaces.

Preservar los microclimas fríos de los bosques mexicanos no solo es importante para el hábitat en sí, sino también para que las mariposas puedan reiniciar su GPS natural cada año.

Qué podemos hacer

Aunque el estudio no se enfoca directamente en acciones humanas, el mensaje es claro: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es fundamental. Cada grado que sube la temperatura afecta a especies que dependen de señales climáticas precisas para sobrevivir.

Los ciudadanos también pueden contribuir con pequeños gestos: plantar algodoncillo (la planta que alimenta a las orugas de monarca), evitar pesticidas, apoyar programas de conservación y, sobre todo, informarse y compartir este tipo de hallazgos.

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