En un giro que pocos habrían anticipado, Google Chrome, el navegador más utilizado del mundo, se ha convertido en el foco de una batalla entre empresas de intaeligencia artificial. Todo comenzó con Perplexity AI, una plataforma de búsqueda basada en IA, que sorprendió al presentar una oferta de 34.500 millones de dólares para adquirir Chrome de Google. La noticia recorrió redes sociales y medios globales a gran velocidad, dejando a muchos con la pregunta: ¿por qué Google vendería Chrome?

Sin embargo, un competidor ha superado esa propuesta con una jugada más ambiciosa. Search.com, otro motor de búsqueda con tecnología generativa, ha presentado una contraoferta de 35.000 millones de dólares, respaldada por nada menos que J.P. Morgan.

¿Quién es Search.com y qué propone?

Search.com forma parte de una iniciativa llamada Public Good, y a diferencia de Perplexity, su interés no solo se limita a adquirir el navegador, sino también a transformar radicalmente la experiencia del usuario y el ecosistema editorial en la web. Según su comunicado oficial, el objetivo es «devolver el control a los usuarios y a los creadores de contenido».

Las tres grandes promesas que lanza Search.com son:

  • Reembolsos en efectivo para los usuarios que utilicen el navegador.
  • Distribución de ingresos entre los editores de contenido.
  • Reducción drástica de la publicidad invasiva.

¿Recompensas por navegar?

La idea de ganar dinero por usar un navegador puede sonar extraña, pero no es del todo nueva. El navegador Brave, por ejemplo, ofrece un sistema de recompensas en tokens por visualizar anuncios voluntarios. Search.com podría estar planeando una estrategia similar, aunque aún no hay detalles concretos.

El modelo se enfoca en romper con el actual sistema de monetización online, donde la mayor parte de los ingresos por publicidad se concentran en manos de grandes plataformas. Con esta propuesta, los usuarios se convertirían en actores activos dentro del ecosistema, no solo como consumidores, sino como beneficiarios.

Los editores: ¿finalmente una solución justa?

Uno de los puntos más conflictivos del avance de la IA generativa es cómo afecta al periodismo digital y la creación de contenido. Herramientas como AI Overviews de Google y otras funciones que resumen textos están generando visitas «cero clics»: el usuario obtiene la respuesta directamente, sin necesidad de visitar el sitio original.

El modelo de ingresos compartidos que propone Search.com pretende revertir esa tendencia, compensando económicamente a quienes generan contenido, algo que medios y profesionales llevan reclamando desde hace años.

¿Y los anuncios?

La tercera promesa, menos anuncios, es sin duda atractiva. Hoy en día, navegar por muchos sitios web es como caminar por un mercado ruidoso, lleno de distracciones visuales y banners que interrumpen la lectura.

Search.com propone un modelo más limpio y centrado en el contenido, aunque esto plantea una gran incógnita: ¿cómo se financiará el navegador sin ingresos publicitarios masivos?

Puede que la clave esté en una mezcla de monetización basada en IA, acuerdos con editores y microtransacciones, pero hasta ahora, esto no ha sido detallado públicamente.

¿Qué dice Google ante todo esto?

Por el momento, Google no ha respondido públicamente a ninguna de las dos propuestas, ni la de Perplexity ni la de Search.com. Sin embargo, muchos expertos creen que la empresa no está interesada en vender Chrome, a menos que sea obligada a hacerlo.

Todo esto ocurre en el contexto de una investigación antimonopolio liderada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ). Si el tribunal llegara a determinar que Google debe deshacerse de Chrome como parte de una sanción por prácticas anticompetitivas, la compañía podría apelar, alargar el proceso o incluso escalarlo hasta la Corte Suprema.

Un proceso legal que podría tomar años

Aunque desde Search.com aseguran que esta disputa podría redefinir la web «antes de Navidad», lo más probable es que cualquier resolución legal se demore. Las batallas legales antimonopolio suelen ser complejas y extensas, especialmente cuando hay miles de millones de dólares y el futuro de internet en juego.

¿Por qué tantas empresas quieren Chrome?

Chrome no es solo un navegador. Es una puerta de entrada a los datos de navegación de miles de millones de personas, un canal de distribución de servicios de Google (como el buscador, Gmail o YouTube), y una plataforma desde la cual se recopila información que alimenta el modelo publicitario más exitoso del planeta.

Controlar Chrome es tener influencia sobre cómo se accede a la web, y eso lo convierte en una pieza codiciada para cualquier empresa tecnológica, en especial aquellas basadas en IA que buscan mejorar la experiencia del usuario con base en sus hábitos reales de navegación.

¿Un nuevo paradigma para los navegadores?

Si alguna de estas ofertas se concretara, podríamos estar frente a un cambio profundo en la manera en que entendemos los navegadores. De herramientas pasivas podrían pasar a ser plataformas participativas, donde usuarios y creadores de contenido se beneficien mutuamente.

Esto también podría motivar a otros competidores a innovar: Firefox, Edge, Brave o incluso Safari podrían verse forzados a ofrecer nuevos incentivos, rediseñar sus modelos de negocio o adoptar tecnologías más centradas en el usuario.