En España, la digitalización de las personas mayores ya no es una promesa futura, sino una realidad tangible. Los datos del V Barómetro del Consumidor Sénior (Fundación Mapfre y Ageingnomics, diciembre de 2024) revelan que el 83 % de los mayores de 55 años utiliza internet más de cinco veces por semana. Esta cifra refleja un cambio de hábitos significativo en un colectivo tradicionalmente vinculado al uso analógico.

También sorprende que el 53 % de los mayores de 70 años hayan publicado contenido en redes sociales y que un 64 % de los mayores de 55 haya realizado compras online en el último año. Estas cifras no solo hablan de adopción, sino de integración de lo digital en la vida cotidiana.

WhatsApp y compañía: las aplicaciones más populares

Entre las aplicaciones más utilizadas por la tercera edad, WhatsApp destaca claramente. Según el III Barómetro del Consumo Senior (2023), un 90 % de los mayores de 55 años usa esta aplicación, una cifra que se mantiene elevada incluso entre los mayores de 65, con un 64 %. Esta herramienta de mensajería se ha convertido en un puente fundamental con familiares y amigos, permitiendo compartir mensajes, fotos, vídeos y participar en grupos comunitarios o familiares.

YouTube también ocupa un lugar destacado, con 10,8 millones de usuarios mayores de 55 años, seguido de cerca por Facebook (9,8 millones), Gmail (9 millones), Google Maps (8,2 millones) e Instagram (6 millones). La presencia en estas plataformas indica no solo consumo de contenido, sino también un grado de alfabetización digital mayor del que podría suponerse.

En cuanto al entretenimiento, los juegos como Candy Crush siguen siendo una opción muy valorada. Su mecánica simple y sus colores llamativos lo convierten en uno de los pasatiempos preferidos junto a WhatsApp e Instagram por tiempo de uso.

Bienestar y salud en la palma de la mano

La tecnología también se ha posicionado como aliada en el cuidado de la salud y el bienestar de las personas mayores. Aplicaciones como Medisafe, Pillboxie, Alarma de Medicina o Pill Reminder permiten gestionar con eficacia la toma de medicamentos mediante recordatorios intuitivos. Su interfaz suele priorizar botones grandes, alertas visuales y auditivas, y opciones de personalización adaptadas a cada usuario.

Por otro lado, herramientas como SocialDiabetes, iCare Health Monitor o Glucose Buddy están diseñadas para el seguimiento de condiciones específicas como la diabetes o la hipertensión. Fitbit, Calm y Sleep Cycle complementan este ecosistema con funciones de monitorización de la actividad física, meditación y calidad del sueño, promoviendo un enfoque preventivo y consciente del bienestar.

Seguridad y autonomía en el día a día

Sentirse seguro y mantener la independencia son aspectos clave del envejecimiento activo. Por eso, algunas apps se orientan a mejorar la seguridad y facilitar la localización en caso de emergencias. Lively, Life360, Safer365 y Senior Safety Phone permiten que familiares puedan saber en todo momento dónde se encuentra el usuario, enviar alertas automáticas o activar funciones de emergencia con un solo toque.

Estas soluciones tecnológicas funcionan como una especie de “cordón digital” que acompaña al mayor sin invadir su intimidad, ofreciendo tranquilidad tanto para quien las usa como para su entorno cercano.

Haciendo la tecnología más accesible

Para muchos mayores, el principal reto no es la falta de interés, sino una interfaz digital poco amigable. Es ahí donde entran en juego aplicaciones como Wiser, Big Launcher, Bleta o Simple Senior Phone, que rediseñan la experiencia de uso con iconos grandes, texto legible y menús simplificados. Estas apps convierten un teléfono convencional en una herramienta mucho más intuitiva, sin necesidad de conocimientos técnicos.

También se tienen en cuenta las limitaciones sensoriales. Ultimate Volume Booster, por ejemplo, mejora considerablemente el volumen del dispositivo para quienes tienen problemas auditivos, haciendo posible oír notificaciones, llamadas o vídeos con mayor nitidez.

Ocio digital y estimulación mental

El ocio también forma parte esencial del equilibrio emocional. Muchas apps están pensadas para ofrecer entretenimiento con un toque cognitivo. Juegos de memoria, Activa-Mente o Radio FM España aportan estímulos que no solo entretienen, sino que ayudan a mantener la agilidad mental, reforzar la atención o simplemente relajarse escuchando música o programas familiares.

Estas herramientas son especialmente valiosas para personas que viven solas o tienen movilidad reducida, ya que permiten disfrutar de actividades variadas sin salir de casa.

Inclusión social a través de la tecnología

En la frontera entre lo tecnológico y lo humano, surgen propuestas que apuntan a una inclusión social real. Un buen ejemplo es «Voces en Red», un programa impulsado por Cruz Roja y la Fundación Amancio Ortega. Este sistema, parecido a un asistente de voz pero diseñado específicamente para mayores, permite realizar videollamadas, acceder a juegos cognitivos, recibir recordatorios de medicación o disfrutar de contenidos culturales.

Actualmente ya llega a más de 13 000 personas mayores en España, y es una muestra de cómo la tecnología puede ser empática y funcional.

También las llamadas «gerontotecnologías» están abriendo camino. Este enfoque agrupa soluciones basadas en inteligencia artificial, internet de las cosas (IoT) y asistentes virtuales. Por ejemplo, la colaboración entre Amazon Alexa y Cruz Roja permite que personas mayores puedan pedir ayuda, recordar citas médicas o encender luces simplemente con la voz.

Una transformación con rostro humano

Las aplicaciones utilizadas por la tercera edad en España reflejan mucho más que una adaptación a la era digital. Hablan de un deseo de seguir conectados, de mantener la autonomía y de participar activamente en la sociedad. Esta transformación está siendo posible gracias a un ecosistema tecnológico que empieza a entender las verdaderas necesidades del colectivo senior: claridad, utilidad, accesibilidad y respeto.

Agua y energía: el delicado equilibrio que define nuestro futuro

La relación entre agua y energía se ha convertido en uno de los principales retos tecnológicos del siglo XXI. Ambos recursos no solo son interdependientes, sino que están en el centro de decisiones vitales para la transición ecológica. Esta interacción compleja representa un verdadero nudo crítico que compromete la seguridad, la gestión y la sostenibilidad del planeta.