La selva amazónica, densa y aparentemente impenetrable, ha sido durante siglos un escudo natural que ocultó los vestigios de antiguas civilizaciones. Pero hoy, gracias al uso de tecnología LiDAR (detección por luz y alcance), este escudo se ha vuelto transparente para los arqueólogos. En Bolivia, por ejemplo, esta tecnología permitió revelar los restos de una ciudad oculta, con una red urbana compleja compuesta por caminos, plazas y edificaciones que estaban completamente cubiertas por la vegetación. Lo que parecía solo selva era, en realidad, una urbe con organización sofisticada.
Algo similar ocurrió en el Valle del Upano, en Ecuador, donde un equipo liderado por el arqueólogo Stéphen Rostain detectó un sistema urbano de gran escala. Este asentamiento, habitado durante más de un milenio, albergaba hasta 30.000 personas, con carreteras, terrazas de cultivo y zonas habitacionales perfectamente planificadas. Gracias al mapeo LiDAR realizado en 2024, hoy se puede estudiar su estructura sin necesidad de alterar el entorno.
Otro caso emblemático es el de Lamego, una ciudad portuguesa del siglo XVIII redescubierta en el Amazonas brasileño. Gracias a la colaboración con comunidades locales y al escaneo LiDAR, se pudo identificar su trazado urbano, iglesias y fortificaciones, revelando un pasado que había quedado enterrado entre la vegetación tropical.
La inteligencia artificial como aliada arqueológica
La combinación de IA con imágenes satelitales ha abierto una nueva era para la arqueología. En los Andes, el investigador Steven Wernke, de la Universidad de Vanderbilt, dirige un proyecto que utiliza modelos de inteligencia artificial entrenados para detectar patrones característicos de antiguas civilizaciones. Estos modelos analizan miles de imágenes captadas desde el espacio para identificar indicios de restos arqueológicos que podrían pasar desapercibidos al ojo humano.
Un ejemplo fascinante de este enfoque se encuentra en el desierto de Rub’ al-Khali, en Arabia Saudí. Allí, una IA ayudó a localizar vestigios de una civilización que habitó la región hace unos 5.000 años. Lo impresionante no es solo el descubrimiento en sí, sino la posibilidad de planificar excavaciones con precisión quirúrgica, reduciendo costos, impacto ambiental y tiempos de investigación. Este hallazgo ha sido respaldado por iniciativas culturales como “Dubai Culture”.
Un enfoque multidisciplinario que potencia los hallazgos
La tecnología por sí sola no es suficiente; lo transformador es la sinergia entre diferentes herramientas. Un reportaje del Washington Post muestra cómo la arqueología está adoptando un enfoque holístico que combina IA, drones con cámaras térmicas, análisis genético, robótica y, por supuesto, LiDAR. Es como si cada tecnología aportara una pieza del rompecabezas, y juntas permitieran reconstruir no solo la forma de las ciudades, sino también la vida de quienes las habitaron.
Con drones, por ejemplo, se pueden explorar zonas de difícil acceso y captar variaciones térmicas que sugieren estructuras enterradas. El análisis genético ayuda a conocer los hábitos alimenticios, enfermedades y relaciones sociales de antiguas comunidades. Mientras tanto, la robótica permite realizar excavaciones en espacios que serían peligrosos para un ser humano. Esta convergencia está marcando un antes y un después en la forma de entender el pasado.
El renacer maya: Valeriana y la tecnología aérea
En México, el hallazgo de la ciudad maya de Valeriana es otro testimonio de cómo la tecnología está reescribiendo la historia. Gracias al uso de mapeo láser aéreo, se descubrió una ciudad con pirámides, plazas y una densa infraestructura urbana que data de antes del año 150 d.C. Su complejidad sugiere un centro político y ceremonial que había pasado desapercibido hasta ahora. Este descubrimiento no solo confirma la sofisticación de la civilización maya, sino que también invita a revisar cómo se distribuían sus ciudades en la región.
Colaboración abierta y concursos con IA
En 2025, se lanzó un concurso de inteligencia artificial que desafió a equipos multidisciplinarios a detectar sitios arqueológicos en la Amazonia utilizando modelos como GPT-4, entrenados con imágenes y datos abiertos. Este tipo de iniciativas promueve un enfoque colaborativo, donde la ciencia ciudadana y la investigación profesional se dan la mano. Lejos de ser una competencia cerrada, es una invitación a que más personas participen en la búsqueda de nuestra historia común.
Otro caso llamativo se dio en Mesopotamia, donde una IA fue entrenada con imágenes satelitales del programa CORONA, una misión de espionaje de los años 60. Estas imágenes históricas, combinadas con algoritmos modernos, permitieron identificar nuevos yacimientos con una precisión superior al 85 %, superando incluso a métodos tradicionales de prospección.
Nuevas fronteras para una arqueología más accesible
El gran valor de estas tecnologías no está solo en los descubrimientos espectaculares, sino en la forma en que están democratizando el acceso al conocimiento arqueológico. Lo que antes requería años de expediciones, hoy puede lograrse en semanas desde una computadora. La arqueología deja de ser una disciplina reservada a expertos en campo para convertirse en un esfuerzo colectivo, interdisciplinario y global.
Esta nueva etapa también plantea retos: éticos, legales y culturales. El acceso a tecnología debe ir acompañado de respeto por los pueblos originarios y de mecanismos de protección del patrimonio. Pero si se manejan con responsabilidad, estas herramientas pueden ayudar no solo a descubrir, sino a preservar mejor nuestro legado común.