El telescopio espacial James Webb (JWST) sigue ampliando los límites de lo que la humanidad conoce sobre el sistema solar. Esta vez, su mirada infrarroja ha revelado un nuevo satélite natural orbitando Urano, un planeta que a menudo queda relegado en la conversación astronómica frente a gigantes como Júpiter o Saturno. El descubrimiento se produjo el 2 de febrero de 2025, y representa un paso importante para los científicos que estudian la formación y evolución de los sistemas planetarios.
Una luna diminuta pero significativa
La nueva luna de Urano tiene un tamaño estimado de tan solo seis millas de diámetro (aproximadamente 9,6 kilómetros), lo que explica por qué había pasado desapercibida hasta ahora. Este pequeño cuerpo se encuentra a unas 35.000 millas del centro de Urano y su órbita es casi perfectamente circular, un indicio de que pudo haberse formado cerca del lugar donde se encuentra actualmente.
Aunque pueda parecer un detalle menor, este nuevo miembro del sistema uraniano incrementa el número total de lunas de Urano a 29. La detección fue posible gracias a una serie de 10 exposiciones de 40 minutos cada una capturadas por la cámara de infrarrojo cercano (NIRCam) del telescopio Webb. Estas imágenes permitieron a un equipo liderado por el Southwest Research Institute identificar el débil objeto moviéndose en la cercanía del planeta.
Urano y su caótico enjambre de lunas
Urano tiene una de las configuraciones más inusuales del sistema solar. A diferencia de otros planetas, gira casi de costado, con su eje de rotación inclinado más de 90 grados. Su sistema de lunas no es menos curioso: cinco lunas principales (Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberon), diez lunas irregulares más alejadas y catorce pequeñas lunas internas, entre las que ahora se incluye esta nueva incorporación.
Estas lunas internas son especialmente interesantes para los científicos porque su disposición sugiere una historia orbital turbulenta. Están muy cerca del planeta y de sus anillos, lo que complica establecer una línea clara entre lo que es un anillo y lo que es una luna. Como lo describió Matthew Tiscareno del Instituto SETI, «no hay otro planeta con tantas lunas internas pequeñas, y sus complejas interacciones con los anillos sugieren un pasado caótico que borra los límites entre sistema de anillos y sistema de lunas».
Este tipo de configuración es como intentar reconstruir un rompecabezas del que faltan piezas. Cada nueva luna identificada se convierte en una pista más para entender cómo fue evolucionando el entorno de Urano tras su formación. El hecho de que esta luna sea incluso más pequeña y tenue que la más diminuta conocida hasta ahora indica que podría haber muchas más por descubrir.
Cómo se descubre una luna
Detectar un objeto tan pequeño a esa distancia no es una tarea sencilla. Requiere una combinación de tecnología extremadamente sensible, un tiempo de exposición adecuado y la experiencia de equipos científicos capaces de analizar en detalle cada imagen. En este caso, se utilizaron observaciones de larga exposición con la cámara NIRCam, una de las herramientas más precisas del telescopio Webb.
El proceso implica observar una región del espacio varias veces y detectar si hay algún punto de luz que se mueva respecto a las estrellas de fondo. Si se observa un movimiento coherente que sigue una órbita alrededor del planeta, se considera una posible luna. Luego, se realizan nuevas observaciones para confirmar la trayectoria.
Este tipo de trabajo es comparable a detectar una luciérnaga moviéndose lentamente en un estadio completamente oscuro desde cientos de kilómetros de distancia. El Webb tiene esa capacidad gracias a su ubicación en el espacio y su sofisticado diseño.
Aún sin nombre oficial
Por ahora, la nueva luna de Urano no tiene nombre. La decisión final recae en la Unión Astronómica Internacional (IAU), la entidad encargada de asignar nomenclaturas oficiales a los cuerpos celestes. Tradicionalmente, las lunas de Urano llevan nombres de personajes de obras de Shakespeare o Alexander Pope. Por ejemplo, Miranda, una de las lunas más conocidas, toma su nombre de un personaje de «La tempestad» de Shakespeare.
Siguiendo esa línea, es probable que esta pequeña luna también reciba un nombre literario cuando su existencia sea formalmente validada y se publique en los catálogos astronómicos oficiales.
Por qué importa una luna tan pequeña
Aunque a simple vista pueda parecer irrelevante sumar una roca más al inventario de lunas del sistema solar, este tipo de descubrimientos tiene implicaciones significativas para los científicos. Cada nuevo satélite aporta datos que ayudan a entender mejor la dinámica interna de los planetas gigantes, sus anillos y su historia gravitacional.
Urano, en particular, es un planeta poco explorado. Desde el sobrevuelo de la sonda Voyager 2 en 1986, no se han enviado nuevas misiones para estudiarlo de cerca. Por eso, telescopios como el Webb son herramientas clave para llenar los vacíos de información. El hallazgo de esta luna sugiere que el entorno de Urano podría ser mucho más rico y variado de lo que se pensaba.
El hecho de que Webb haya logrado detectar una luna tan pequeña y tenue también abre la puerta a futuros descubrimientos similares en otros planetas, como Neptuno o Saturno. Al igual que cuando descubrimos una nueva pieza de un antiguo mosaico, cada hallazgo permite reconstruir con mayor precisión la historia del sistema solar.