La idea de convertir nuestro hogar en un refugio personal donde todo esté al alcance de un clic no es nueva, pero en 2025 esta visión se ha materializado como nunca antes gracias a las casas inteligentes. Termostatos que aprenden nuestras rutinas, asistentes virtuales que nos leen las noticias y luces que responden a nuestra voz componen un ecosistema tan eficiente que muchas personas están eligiendo quedarse en casa por puro placer. Esta tendencia tiene nombre: cocooning.

¿Qué es el cocooning y por qué ha regresado?

El término cocooning, acuñado por la futurista Faith Popcorn en los años 80, describe el impulso de refugiarse en casa en busca de seguridad y confort. Como si fuéramos orugas que construyen su capullo, nos aislamos voluntariamente del exterior para protegernos de un mundo complejo. Esta tendencia repuntó con fuerza tras la pandemia y ahora, con la tecnología domótica al alcance de más personas, parece consolidarse como una nueva forma de vida.

La casa inteligente como facilitador del aislamiento voluntario

Las tecnologías para el hogar inteligente han eliminado muchas de las razones por las que antes salíamos de casa: comprar comida, ir al banco, incluso ver a amigos o familiares. Hoy, un altavoz inteligente puede gestionar desde recordatorios hasta pedidos en línea. Y si sumamos la posibilidad de trabajar desde casa y acceder a entretenimiento ilimitado, no sorprende que cada vez más personas opten por una vida más casera.

Esto no significa necesariamente soledad. Algunos ven en el cocooning una forma de autocuidado, de establecer límites y reconectar con uno mismo. Pero para otros, la comodidad se transforma en una barrera que reduce las interacciones sociales presenciales, favoreciendo un estilo de vida ermitaño.

Beneficios sociales de las casas inteligentes

Curiosamente, en ciertos contextos, estas tecnologías pueden disminuir el aislamiento social. Especialmente en el caso de personas mayores o con movilidad reducida, las casas inteligentes representan una herramienta para mantenerse conectados:

  • Asistentes virtuales permiten realizar videollamadas, enviar mensajes o acceder a juegos sociales.
  • Sensores y dispositivos de emergencia facilitan el monitoreo remoto por parte de familiares o cuidadores.
  • Recordatorios automatizados fomentan rutinas saludables y organizadas.

En este sentido, la tecnología actúa como un puente que une a quienes antes podían quedar aislados por sus circunstancias.

Riesgos de aislamiento en la población general

Para la mayoría de personas sanas y activas, la tentación de quedarse en casa se ha intensificado. Ya no es raro organizar cenas virtuales, ver una película con amigos por streaming o incluso asistir a eventos culturales desde el sofá. Pero cuando la comodidad se convierte en rutina, el contacto humano directo puede deteriorarse.

Por ejemplo, estudios recientes indican que muchos usuarios de tecnologías domóticas se sienten menos motivados a salir, pues su entorno ya cubre sus necesidades de ocio, seguridad y bienestar. En otras palabras, la casa se vuelve tan eficiente que el mundo exterior parece menos necesario.

El lado oscuro: privacidad, costos y brechas sociales

El aislamiento no es el único riesgo. Las casas inteligentes traen consigo retos importantes:

  • Preocupaciones sobre la privacidad: dispositivos que escuchan o registran actividades pueden generar desconfianza y aumentar el deseo de mantenerse «cerrado al mundo».
  • Costo de adopción: automatizar un hogar puede suponer inversiones que no todos pueden asumir, lo que podría acentuar brechas sociales.
  • Fricciones familiares: no todos en casa adoptan la tecnología con la misma velocidad, lo que puede generar tensiones o resistencias internas.

Cocooning: trampa o refugio

El cocooning no es bueno ni malo por sí mismo. Es una respuesta emocional y práctica a un mundo acelerado, y las casas inteligentes simplemente lo hacen más viable. El problema surge cuando este capullo tecnológico se convierte en una excusa para evitar el contacto humano, que sigue siendo esencial para la salud mental y emocional.

Como quien vive en una casa con todos los servicios y nunca siente la necesidad de salir al jardín, podríamos estar perdiendo oportunidades valiosas de conectar con otros, explorar nuevos entornos o simplemente respirar aire fresco.

Uso equilibrado de la tecnología en casa

Para evitar que la comodidad se convierta en aislamiento, aquí van algunas recomendaciones prácticas:

  • Establecer horarios para salir de casa, aunque no sea necesario.
  • Usar la tecnología para facilitar encuentros, no para sustituirlos.
  • Mantener espacios en casa libres de pantallas para fomentar la conversación cara a cara.
  • Integrar hábitos saludables como paseos o visitas a amigos en la rutina.

La clave está en entender que el hogar puede ser un refugio, pero no una burbuja. La tecnología está para servirnos, no para encerrarnos.

¿Cómo vemos el futuro del cocooning?

En los próximos años, veremos cómo el cocooning tecnológico se vuelve más sofisticado. Los hogares tendrán asistentes con IA más empáticos, sensores más precisos y ambientes adaptativos que responderán a nuestro estado de ánimo. Esto podría ser una bendición para el bienestar, pero también un riesgo si se convierte en una excusa para vivir aislados.

El desafío estará en educarnos para usar la tecnología con intención: que nos ayude a cuidarnos, pero también a mantenernos conectados con el mundo y con las personas que nos rodean.

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