La integración de tecnología en los tejidos ha dado un paso gigante con el desarrollo de una computadora dentro de una sola fibra textil. Esta innovación no solo concentra capacidad de cálculo, comunicación, almacenamiento y sensado en un hilo elástico, sino que además permite su uso práctico en prendas que pueden lavarse sin perder funcionalidad.

Durante años, el sueño de las telas inteligentes ha estado limitado por la incapacidad de las fibras para procesar información por sí mismas. Si bien ya existían sensores o elementos electrónicos cosidos o insertados en la ropa, estos funcionaban como simples accesorios sin verdadera autonomía. La nueva propuesta publicada en la revista Nano-Micro Letters representa un cambio de paradigma al lograr que cada fibra funcione como un microordenador.

Qué hay dentro de una sola fibra

Cada uno de estos hilos computacionales elásticos, con una capacidad de estiramiento del 60%, incluye ocho dispositivos integrados. Cuatro de ellos son sensores que permiten captar información del entorno y del cuerpo: un fotodetector, un sensor de temperatura, un acelerómetro y un sensor fotopletismográfico (PPG), que mide los cambios de luz en la piel para evaluar el pulso y la circulación. El resto de los componentes se reparte entre un microcontrolador, dos módulos de comunicación y un sistema de gestión de energía.

Estos elementos permiten que la fibra no solo recopile datos, sino que también los procese, almacene y transmita sin necesidad de dispositivos externos. Es como si dentro de cada hilo existiera un pequeño centro de mando capaz de interactuar con otros similares para formar una red distribuida de procesamiento.

Ropa que detecta y entiende lo que haces

Para comprobar la eficacia de esta tecnología, los investigadores cosieron cuatro de estas fibras en las mangas y perneras de una prenda. Luego, una persona realizó una serie de ejercicios como sentadillas, planchas y rotaciones de brazo mientras las fibras analizaban en tiempo real sus movimientos.

Cada hilo operaba con su propia red neuronal entrenada, lo que permitió identificar patrones específicos de movimiento. Una sola fibra podía reconocer las acciones con un 67% de precisión, pero cuando las cuatro trabajaban juntas, la exactitud aumentaba hasta un 95%. Este salto demuestra el potencial de la computación distribuida en tejidos, donde muchas fibras colaboran como si fueran un enjambre de sensores inteligentes conectados.

El sistema no solo identifica movimientos, sino que también permite interacciones en tiempo real entre el usuario y la prenda. Esta capacidad puede ser especialmente útil en ropa deportiva, fisioterapia o para el monitoreo médico continuo, sin necesidad de llevar aparatos adicionales.

Desafíos hacia un ecosistema textil inteligente

Aunque los resultados son prometedores, aún hay obstáculos importantes para escalar esta tecnología. Uno de los principales retos es mejorar la velocidad de comunicación entre fibras, ya que una red compleja necesita intercambiar información de forma rápida y eficiente. Además, es necesario reducir el consumo de energía y ampliar el ancho de banda para que el procesamiento distribuido funcione sin cuellos de botella.

Otro punto clave será el diseño de protocolos de comunicación adaptados a este tipo de redes téxtiles, que son muy distintas a las conexiones tradicionales entre chips o dispositivos. La investigación futura apunta hacia la construcción de sistemas de alta capacidad y baja latencia, especialmente diseñados para fibras computacionales.

De la costura a la ciberinteligencia

La idea de prendas que «piensan» puede parecer futurista, pero ya tiene antecedentes. Proyectos como LilyPad, creado en 2007, permitían coser componentes electrónicos básicos en ropa y juguetes, aunque de forma muy limitada. La diferencia ahora es que la computadora está dentro del hilo, no fuera de él.

Esta evolución podría desembocar en nuevas aplicaciones más allá del vestuario: cortinas que ajusten la luz según el clima, muebles que detecten la posición del cuerpo para ofrecer mejor soporte, o incluso displays tejidos en telas que reaccionen al tacto o a la voz.

La computación textil podría convertirse en la próxima frontera de la interacción humano-máquina, donde la informática se oculta entre las fibras y acompaña a las personas en cada paso, sin pantallas ni cables a la vista. Un paso sutil, pero profundo, hacia una tecnología más integrada con la vida cotidiana.

¿Podría la materia oscura convertir a los exoplanetas en agujeros negros?

La idea de que los exoplanetas podrían servir como herramientas para estudiar la materia oscura puede parecer sacada de la ciencia ficción, pero un estudio reciente de la Universidad de California en Riverside propone justamente eso. Esta investigación sugiere que, bajo ciertas condiciones, los planetas gigantes similares a Júpiter podrían acumular suficiente materia oscura en su interior como para colapsar en agujeros negros.