¿Te imaginas obtener electricidad del simple encuentro entre el agua dulce de un río y el agua salada del mar? Suena a ciencia ficción, pero la energía azul es una realidad que está empezando a dar sus primeros pasos en el mundo real. Esta tecnología fascinante aprovecha algo tan básico como la diferencia de salinidad para generar energía limpia las 24 horas del día.

El momento mágico donde nace la energía

Piensa en la desembocadura de cualquier río grande. Allí, millones de litros de agua dulce se encuentran con el inmenso océano salado. En mi opinión, es uno de los espectáculos naturales más subestimados del planeta. Pero más allá de la belleza del momento, ahí se esconde un potencial energético enorme que durante décadas pasó desapercibido.

La energía osmótica, como también se conoce a la energía azul, funciona de una manera sorprendentemente elegante. Cuando separas agua dulce y agua salada con una membrana semipermeable, la naturaleza hace el resto. El agua dulce, siguiendo las leyes de la física, tiende a moverse hacia el lado salado para equilibrar las concentraciones. Este proceso natural genera presión, y esa presión puede mover una turbina que produce electricidad.

Una idea que viene de lejos

La historia de esta tecnología es curiosa. Fue en 1954 cuando un investigador llamado Pattle sugirió por primera vez que en la mezcla del agua de río con la del mar había una fuente de energía sin explotar. Pero la verdadera inspiración llegó en 1973, cuando el profesor Sidney Loeb observaba el río Jordán desembocando en el Mar Muerto. Según relatan las fuentes de la Universidad Ben-Gurion de Negev, Loeb se dio cuenta de que todo ese gradiente salino se estaba desperdiciando en el proceso natural de mezcla.

¿Qué me parece más fascinante? Que tardamos décadas en desarrollar la tecnología necesaria para aprovechar algo que la naturaleza lleva haciendo desde siempre. Los primeros avances serios no llegaron hasta principios de este siglo.

Dos tecnologías, un objetivo

Actualmente existen dos enfoques principales para capturar esta energía. El primero se llama ósmosis por presión retardada (OPR) y es el que más se asemeja a lo que te he descrito. El agua dulce pasa a través de una membrana hacia el compartimento de agua salada, generando presión que mueve una turbina.

La segunda técnica, la electrodiálisis inversa (RED), es más sofisticada. En lugar de aprovechar la presión del agua, utiliza las cargas eléctricas positivas y negativas que hay en las masas de agua con diferente salinidad. Las sales atraviesan membranas especiales que separan los iones positivos de los negativos, creando una corriente eléctrica directa.

Yo creo que ambas tecnologías tienen su lugar, aunque la ósmosis por presión retardada parece más intuitiva para entender el proceso.

Plantas pioneras que están cambiando el panorama

El mundo real de la energía azul comenzó en Noruega en 2009, cuando la empresa Statkraft inauguró la primera planta experimental en Tofte. Aunque el proyecto enfrentó problemas con bacterias que obstruían las membranas, demostró que la tecnología era viable según información de Wikipedia.

En 2023, Dinamarca dio el siguiente paso con la primera planta comercial del mundo en Mariager. Pero ha sido Japón quien recientemente ha captado toda la atención mundial. En agosto de 2024, la ciudad de Fukuoka puso en marcha la primera central de energía osmótica de Asia, convirtiéndose en el segundo país del mundo en operar esta tecnología a escala real.

La planta japonesa es particularmente inteligente. No depende solo de fuentes naturales como ríos, sino que utiliza agua tratada de una planta de aguas residuales junto con salmuera concentrada de una desalinizadora cercana. Esta combinación aumenta el gradiente de salinidad y mejora significativamente la eficiencia del sistema, según datos de The Guardian.

El potencial que nos quita el sueño

Los números de la energía azul son impresionantes. Los expertos calculan que si se aprovechara el potencial de todas las desembocaduras del mundo, se podría generar hasta el 74% de la demanda global de electricidad. Una cifra que, personalmente, me parece casi utópica pero que no deja de ser esperanzadora.

En Colombia, por ejemplo, el río Magdalena está considerado como uno de los diez ríos del mundo con mayor potencial para generar energía mediante gradientes de salinidad. Según investigaciones de la Universidad del Norte y la Universidad Nacional, este río podría generar aproximadamente la mitad de lo que produce Hidroituango, la represa más grande del país.

Los desafíos que aún quedan por resolver

No todo es color de rosa en el mundo de la energía azul. El principal obstáculo sigue siendo la eficiencia de las membranas y el costo de las instalaciones. Las primeras plantas experimentales sufrieron problemas de bioincrustación: las bacterias bloqueaban las membranas, reduciendo drásticamente su efectividad.

Otro reto importante es el bombeo del agua. Aunque estas plantas generan electricidad, también consumen energía significativa para mover el agua a través de las membranas. Es como tener un coche que produce combustible pero necesita gasolina para funcionar. La eficiencia neta debe ser positiva para que tenga sentido económico.

Yo pienso que estos desafíos técnicos se irán resolviendo con el tiempo, como ha pasado con la energía solar o la eólica. La investigación avanza y cada nueva planta aporta conocimientos valiosos.

Un futuro prometedor en el horizonte

Las perspectivas para la energía azul son cada vez más alentadoras. La startup francesa Sweetch Energy está desarrollando una tecnología llamada Ionic Nano Osmotic Diffusion (INOD) que promete mejorar significativamente la selectividad iónica y reducir las pérdidas de energía. Tienen planes para instalar su primer generador a escala real, el OsmoRhône 1, en la desembocadura del río Ródano, con un potencial de 500 MW.

En España, empresas como Sacyr Agua están trabajando en el proyecto LIFE HYREWARD, que busca integrar la electrodiálisis inversa con procesos de desalinización convencional. La idea es recuperar hasta un 20% de la energía utilizada en la ósmosis inversa, generando energía limpia a partir de la salmuera de agua de mar.

La energía azul representa una pieza más en el complejo puzzle de la transición energética. Su mayor ventaja frente a otras renovables es que funciona las 24 horas del día, sin depender del sol o del viento. Es una fuente de energía base que podría complementar perfectamente a las tecnologías intermitentes.

En definitiva, estamos ante una tecnología que aún está en pañales pero que tiene un potencial enorme. Cada nueva planta que se construye nos acerca un poco más a un futuro donde el simple encuentro entre el río y el mar pueda iluminar nuestras ciudades.

Así crea el cerebro las ilusiones visuales, según la ciencia

Ver algo que no está ahí puede parecer un fallo de nuestro cerebro, pero en realidad es una función sofisticada de procesamiento visual. Un equipo de investigadores de la Universidad de California, Berkeley, y el Instituto Allen en Seattle ha logrado identificar el tipo de neuronas y el circuito cerebral responsable de las ilusiones visuales. El hallazgo, publicado en la revista Nature Neuroscience, revela con una precisión sin precedentes cómo el cerebro completa patrones que no están presentes en la imagen real, usando mecanismos internos de retroalimentación.