Sam Altman, CEO de OpenAI, ha vuelto a agitar las aguas del sector al anunciar que ChatGPT recibirá nuevas funciones en las próximas semanas, aunque estas no estarán al alcance de todos. El aviso lo hizo a través de su cuenta en X (antes Twitter), dejando entrever que lo que está por llegar requiere un nivel de cálculo tan elevado que no podrá ser asumido por el plan más económico de la plataforma, el conocido ChatGPT Plus de 20 dólares al mes.

El mensaje de Altman ha despertado la curiosidad de la comunidad tecnológica: “En las próximas semanas lanzaremos nuevas ofertas intensivas en computación. Debido a los costos asociados, algunas funciones solo estarán disponibles para suscriptores Pro, y otros productos podrán tener tarifas adicionales”, explicó.

Esto supone un cambio de rumbo que confirma una tendencia: la inteligencia artificial más avanzada está dejando de ser algo universal para convertirse en un servicio escalonado, donde el acceso a las capacidades más potentes depende del nivel de suscripción.

Más cálculo para ideas más ambiciosas

Aunque no se revelaron detalles concretos, el mensaje sugiere que OpenAI está explorando los límites de lo que se puede lograr si se aplican grandes recursos de procesamiento a sus modelos actuales. Es como si estuvieran probando qué tan lejos puede llegar un coche si se le pone el mejor combustible y se pisa a fondo el acelerador.

Altman insistió en que el objetivo a largo plazo sigue siendo abaratar el coste de la inteligencia artificial para hacerla accesible a más personas. Pero en esta etapa, la idea es experimentar sin restricciones presupuestarias para ver qué tipo de innovaciones pueden emerger al trabajar sin límites computacionales.

Exclusividad para usuarios Pro

Esta no sería la primera vez que OpenAI reserva funciones avanzadas para su plan Pro. Quienes están en ese nivel de suscripción ya han tenido acceso anticipado a herramientas como ChatGPT Operator (el primer agente de IA de la compañía), funciones como Deep Research, y modelos como GPT-4.5 antes de su despliegue general. También fueron los primeros en utilizar GPT-5 Pro, que ofrece límites de uso más generosos y mejor rendimiento.

Los usuarios Pro actúan como un banco de pruebas privilegiado, y todo indica que estas nuevas funciones seguirán esa lógica. Algunas podrían incluso representar un nuevo tipo de producto dentro del ecosistema ChatGPT, con tarifas independientes y orientadas a casos de uso específicos o más complejos.

Cambios recientes en la plataforma

Desde el lanzamiento de GPT-5 en agosto, OpenAI ha mantenido un ritmo constante de actualizaciones. Tras las quejas iniciales de usuarios, la empresa reintrodujo modelos legados y aumentó los límites de uso en el modo Thinking de GPT-5. Esta funcionalidad, que permite al modelo realizar razonamientos más prolongados, ahora incluye una opción para que el usuario decida cuánto tiempo quiere que el sistema dedique al proceso de pensamiento. Los suscriptores Pro, nuevamente, disfrutan de un mayor margen de configuración.

Otras incorporaciones recientes incluyen el modelo GPT-5-Codex, diseñado para tareas de programación, y las conversaciones ramificadas, que permiten explorar múltiples variantes de una charla sin perder el hilo. Incluso la función Projects, antes exclusiva, ahora está disponible también para los usuarios del plan gratuito.

En el plano del reconocimiento de voz, la empresa lanzó GPT-realtime, un sistema de conversión voz a voz que promete ser el más avanzado hasta ahora para desarrolladores. Todo esto refuerza la idea de que OpenAI está consolidando una plataforma mucho más robusta y flexible.

Preparando el terreno para el hardware de ChatGPT

Una de las claves para entender este movimiento puede estar en el desarrollo del primer dispositivo físico de OpenAI. Aunque su presentación se espera para finales del año que viene, algunos rumores apuntan a que ciertas funciones futuras podrían estar pensadas para ese ecosistema.

Este nuevo dispositivo no será un smartphone, según han adelantado tanto Sam Altman como Jony Ive. Todo apunta a que será un gadget de bolsillo o wearable, capaz de utilizar inteligencia artificial en tiempo real, con capacidades contextuales como el reconocimiento de voz y del entorno. Si estas nuevas funciones intensivas están relacionadas con ese hardware, podría tratarse de un anticipo para desarrolladores o usuarios que quieran formar parte del proceso de prueba desde antes del lanzamiento.

La competencia como motor de innovación

Mientras OpenAI se prepara para lo que parece una nueva generación de experiencias con IA, los competidores también han estado muy activos. Google, por ejemplo, ha dado un paso importante al convertir su navegador Chrome en una especie de asistente inteligente gracias a la integración de Gemini. También han lanzado una herramienta generativa de imágenes llamada Nano Banana, que se ha vuelto viral y ha ayudado a que Gemini se convierta en la app más descargada en iPhone, superando a ChatGPT.

Meta tampoco se ha quedado atrás: sus nuevas gafas inteligentes con Meta AI incluyen un modelo con pantalla incorporada. Y los nuevos Pixel 10 de Google también traen mejoras centradas en inteligencia artificial. Frente a esto, OpenAI necesita mantenerse en la delantera no solo con software, sino también en el ámbito del hardware.

Es evidente que la carrera por la supremacía en inteligencia artificial ya no se limita al rendimiento de los modelos, sino a la integración de la IA en dispositivos y entornos cotidianos. En este contexto, las nuevas funciones de ChatGPT no solo son una respuesta a la demanda de los usuarios, sino también una estrategia para no perder terreno frente a otras grandes tecnológicas.

Un nuevo impulso para la predicción molecular con precisión cuántica

Modelar el comportamiento de las moléculas y materiales a nivel electrónico es una tarea titánica para los científicos. Cada vez que se intenta predecir una reacción química o entender las propiedades de un nuevo material, hay que tener en cuenta las complejas interacciones entre los electrones. Este problema, conocido como el «problema de muchos cuerpos cuánticos», consume cerca de un tercio del tiempo de supercomputadoras en los laboratorios nacionales de EE. UU., según estimaciones recientes.