El desierto del Gobi, en Mongolia, ha vuelto a ser el escenario de un descubrimiento paleontológico excepcional. Un equipo internacional de científicos ha encontrado el fósil más antiguo y completo conocido hasta la fecha de un dinosaurio con cráneo en forma de cúpula. La especie ha sido bautizada como Zavacephale rinpoche, y su antigüedad estimada es de 108 millones de años, lo que adelanta en unos 15 millones de años la presencia confirmada de los pachicefalosaurios en la historia de la Tierra.

Este hallazgo no solo estira el calendario evolutivo de estos enigmáticos dinosaurios, sino que también proporciona un ejemplar juvenil con esqueleto casi completo, algo extremadamente raro en esta familia, usualmente representada por fragmentos craneales sueltos.

Un tesoro entre los acantilados del Gobi

El fósil fue desenterrado en el yacimiento de Khuren Dukh, en la cuenca oriental del Gobi, por Tsogtbaatar Chinzorig, del Instituto de Paleontología de la Academia de Ciencias de Mongolia, en colaboración con investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte. La parte superior del cráneo emergía de una pared rocosa, con una apariencia brillante y pulida, lo que inspiró el nombre de la especie: «rinpoche» significa «el precioso» en tibetano.

El nombre completo, Zavacephale rinpoche, combina «zava» (raíz u origen) y «cephale» (cabeza), destacando el valor evolutivo y anatómico del ejemplar como uno de los primeros representantes conocidos de su linaje.

Juvenil pero con cúpula desarrollada

Uno de los detalles que ha sorprendido a los paleontólogos es que, a pesar de ser un ejemplar juvenil de menos de un metro de longitud, el fósil ya presenta una cúpula craneal plenamente formada, aunque sin los adornos óseos que caracterizan a especies más evolucionadas. Esto ha abierto nuevas posibilidades para entender el desarrollo de estas estructuras, cuya función ha sido motivo de debate durante décadas.

Tradicionalmente, se ha pensado que los pachicefalosaurios usaban sus cráneos engrosados en combates entre individuos, posiblemente como parte de rituales sociales o sexuales, similares a los enfrentamientos de carneros actuales. Sin embargo, sin ejemplares que permitieran comparar el crecimiento de estas estructuras desde etapas juveniles, era difícil comprobar si las diferencias entre especies eran reales o simplemente distintas fases de crecimiento. Z. rinpoche ayuda a disipar esa duda.

Una pieza clave para resolver un viejo debate

La forma y ornamentos del cráneo en los pachicefalosaurios han dado lugar a confusiones en su clasificación. Algunas especies se definieron a partir de diferencias en la forma del domo, que podrían deberse simplemente a la edad del ejemplar en lugar de representar linajes distintos. La posibilidad de estudiar un esqueleto tan completo como el de Z. rinpoche permite relacionar directamente la edad del animal con la forma de su cráneo, un lujo que rara vez se ha tenido en este grupo de dinosaurios.

Análisis histológicos de los huesos de las patas del ejemplar confirman su juventud. Y aun así, la cúpula ya estaba presente. Esto sugiere que el domo comenzaba a desarrollarse desde etapas tempranas, y que su función posiblemente era tan social como biológica.

Una ventana al cuerpo completo de los pachicefalosaurios

El esqueleto de Zavacephale rinpoche no solo incluye un cráneo, sino también extremidades, cola y partes del tronco. Entre los elementos recuperados hay huesos de las manos, una cola articulada con tendones osificados y pequeñas piedras en la región estomacal, conocidas como gastrolitos, que ayudaban a triturar alimentos en ausencia de dientes eficientes.

Este conjunto ofrece pistas sobre la locomoción, dieta y comportamiento de los pachicefalosaurios. Por ejemplo, la presencia de tendones osificados sugiere que la cola tenía una función estabilizadora durante el movimiento, actuando como contrapeso, como ocurre con algunos animales actuales que mantienen el equilibrio corriendo o saltando.

Los gastrolitos, por su parte, refuerzan la idea de una dieta herbívora basada en vegetación dura, como hojas o semillas, que requería trituración interna. Este tipo de alimentación ya se había propuesto para el grupo, pero ahora se confirma mediante evidencias directas.

Ecos de un ecosistema perdido

Z. rinpoche habitó una región que hoy es árida y polvorienta, pero que en el Cretácico temprano era un valle salpicado de lagos, acantilados y una vegetación variada. En ese paisaje, los pachicefalosaurios convivían con otros herbívoros y depredadores, participando en una red ecológica que apenas comenzamos a entender.

El hallazgo de esta especie sugiere que los pachicefalosaurios surgieron mucho antes de lo que se pensaba y podrían haber tenido una diversidad y distribución geográfica más amplia. Su presencia en Mongolia podría indicar rutas de dispersión hacia otras regiones de Asia y, eventualmente, hacia América del Norte, donde se han encontrado otros miembros del grupo en capas del Cretácico tardío.

La importancia de un cráneo brillante

El descubrimiento de Zavacephale rinpoche no solo representa una ampliación del registro fósil, sino que actúa como una lupa sobre los procesos evolutivos y de desarrollo de los pachicefalosaurios. Gracias a su cráneo brillante, sus huesos juveniles y su esqueleto casi intacto, este «precioso» ejemplar permite conectar puntos que antes parecían aislados.

La investigación publicada en Nature y apoyada por la National Geographic Society, reúne a paleontólogos de Mongolia, Japón, Sudáfrica y Estados Unidos, en una muestra de cómo la ciencia colaborativa puede arrojar luz sobre los rincones más antiguos de la historia natural.

Un fósil de 310 millones de años revela una innovación temprana en la alimentación de los peces

Un equipo de paleontólogos ha hallado en un antiguo pez una estructura única que podría redefinir parte de lo que se sabe sobre la evolución de los peces. Se trata de Platysomus, una especie que vivió hace aproximadamente 310 millones de años y que presenta la evidencia más antigua conocida de una especie de «lengua mordedora» dentro de la boca. Esta estructura, formada por una placa de dientes sostenida por los huesos branquiales, indica un cambio funcional en la forma de alimentarse de estos animales acuáticos.