Seguramente te ha pasado: estás jugando en el móvil, salta un anuncio, y ves a un «jugador» que falla estrepitosamente en una tarea fácil. El personaje va directo al peligro, ignora la solución evidente o arruina un rompecabezas simple. Te entra la rabia y piensas: “¡pero si yo lo haría mucho mejor!”. Esa reacción no es casualidad, es el corazón de una técnica conocida como failvertising o anuncios con fallos fingidos.

Cómo nació el «jugador incompetente»

La técnica tiene antecedentes en los primeros años del marketing de juegos online. Ya en 2009, juegos como Evony usaban banners provocativos que poco tenían que ver con el juego real. Pero fue entre 2018 y 2019 cuando se consolidó el formato actual, especialmente con anuncios de tipo pull-the-pin (quitar pasadores para rescatar a un personaje), donde el «jugador» elegía siempre la peor opción.

Esta modalidad explotó con títulos como Hero Wars o Gardenscapes, que usaban este recurso aunque su jugabilidad real fuera completamente distinta. En 2020, la Autoridad de Estándares de Publicidad británica (ASA) sancionó a Playrix por anuncios que inducían a error. A partir de ahí, muchos desarrolladores empezaron a incluir minijuegos similares al inicio del juego para evitar el llamado «bait-and-switch» (enganchar con una promesa falsa).

Por qué funciona: la psicología del error

El failvertising no es solo una ocurrencia graciosa. Se basa en principios psicológicos bien conocidos:

  • Efecto Zeigarnik: recordamos mejor las tareas incompletas. Ver un fallo genera una necesidad mental de «corregirlo».
  • Curiosity gap: se abre una brecha entre lo que vemos y lo que esperamos. La frustración se convierte en motivación para descubrir la solución.
  • Motivación por competencia: queremos demostrar que somos más listos que el «jugador torpe».

Todo esto despierta una reacción emocional que, en muchos casos, acaba en la instalación del juego.

El estado actual del failvertising (2024–2025)

Hoy en día, esta estrategia sigue viva pero ha evolucionado:

  • Failvertising puro: animaciones donde el personaje siempre falla, frecuentes en juegos casuales o de puzzle.
  • Minijuegos integrados: algunos desarrolladores colocan estos minijuegos al principio del juego real, para que el anuncio no sea 100% engañoso.
  • Anuncios jugables (playables): el usuario puede interactuar y corregir los errores por sí mismo. Esto mejora la experiencia y la retención.

A pesar de las regulaciones, los anuncios con fallos siguen siendo comunes. Las plataformas como Google y Meta han reforzado sus reglas contra contenidos engañosos, pero mientras el anuncio no mienta de forma directa, a menudo sigue en línea.

Riesgos de esta técnica

Aunque efectiva, esta estrategia tiene costes:

  • Problemas legales: si el juego no contiene lo que promete el anuncio, puede ser sancionado (como pasó con Playrix o Evony).
  • Pérdida de confianza: el usuario puede sentirse engañado y desinstalar el juego rápidamente.
  • Fatiga publicitaria: repetir el mismo tipo de fallo en muchos anuncios puede volverse contraproducente.

Buenas prácticas si se quiere aplicar

Si un estudio decide usar el recurso del fallo fingido, hay formas de hacerlo bien:

1. Cumple la promesa

Asegura que lo mostrado en el anuncio aparece en las primeras sesiones del juego. Aunque no sea el núcleo del gameplay, debe formar parte de la experiencia.

2. Prioriza la interactividad

Los anuncios jugables permiten que el usuario resuelva el problema directamente. Esto reduce la sensación de engaño y aumenta el tiempo de juego.

3. Transparencia en el contenido

Si el minijuego no representa la jugabilidad principal, acláralo. Algunos anuncios incluyen etiquetas como «modo extra» o «evento limitado».

4. Cuida las expectativas

Si el anuncio promete acción, puzzles o rescates, el onboarding del juego debe ofrecer eso desde el inicio, aunque luego cambie el ritmo.

5. Evalúa el impacto real

No solo midas instalaciones (CPI), sino retención y tiempo de juego (D1, D7). Si el jugador se va después del primer nivel, el anuncio habrá sido una victoria vacía.

El «jugador torpe» es un truco bien estudiado, no un descuido. Funciona porque apela a emociones muy humanas como la frustración, la competitividad y el deseo de superación. Pero como toda herramienta poderosa, su mal uso puede erosionar la confianza del usuario y generar rechazo hacia el producto.

Quienes diseñan anuncios para juegos móviles tienen hoy más recursos y más responsabilidad. En lugar de manipular con trampas, pueden construir curiosidad de forma honesta. Un error fingido puede abrir una puerta, pero solo una experiencia auténtica hará que el jugador se quede.

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