A menudo se dice que sentimos las emociones en el estómago. Frases como «mariposas en el estómago» o «un nudo en la barriga» no son simples expresiones: reflejan una conexión fisiológica real entre el sistema digestivo y el cerebro. Esa comunicación, conocida como acoplamiento estómago-cerebro, está cobrando cada vez más protagonismo en la investigación sobre la salud mental.
Un nuevo estudio de la Universidad de Aarhus y el Instituto Alemán de Nutrición Humana, publicado en la revista Nature Mental Health, ofrece una visión más profunda de esta relación. Los investigadores encontraron que una mayor sincronización entre las señales eléctricas del estómago y ciertas regiones cerebrales se asocia con peores indicadores de salud emocional, incluyendo ansiedad, depresión y niveles bajos de bienestar.
Qué es el acoplamiento estómago-cerebro
El cuerpo humano está lleno de ritmos: el latido del corazón, la respiración y también la actividad eléctrica del estómago. Este último, conocido como ritmo gástrico, ayuda a coordinar el proceso digestivo y emite señales constantes hacia el cerebro. Es parte de la llamada interocepción, la capacidad que tenemos de sentir lo que ocurre dentro del cuerpo.
Estas señales estomacales no van al cerebro al azar. Se acoplan con una red específica llamada red frontoparietal, que está implicada en funciones clave como la regulación emocional, la atención y la toma de decisiones. La comunicación continua entre ambas estructuras podría explicar por qué algunas personas sienten con tanta intensidad sus emociones en el cuerpo.
Lo que descubrió el nuevo estudio
El equipo de investigadores analizó a 243 personas utilizando tecnologías de medición de señales internas como la electrogastrografía (EGG) para registrar la actividad del estómago, junto con resonancias magnéticas funcionales (fMRI) para observar el cerebro en acción. Paralelamente, evaluaron el estado emocional de los participantes mediante 37 variables extraídas de 16 cuestionarios psicológicos validados.
El análisis mostró un patrón consistente: cuanto más acopladas estaban las señales del estómago con la red frontoparietal, peor era el estado de salud mental de la persona. No se trataba de un síntoma específico, sino de un perfil emocional amplio que incluía tensión, pensamientos negativos, fatiga emocional y bajos niveles de satisfacción vital.
Una comunicación que podría enfermar
Aunque podría parecer contradictorio que una comunicación más fuerte entre el estómago y el cerebro se asocie con mayor malestar, la explicación está en la hipersensibilidad interoceptiva. En algunos trastornos como la ansiedad o la depresión, el cerebro parece amplificar las señales del cuerpo, interpretándolas como amenazas o signos de alarma, incluso cuando no lo son.
Es como tener un sistema de notificación interno permanentemente activado, donde cada cambio fisiológico se percibe con demasiada intensidad. Esa vigilancia constante sobre el cuerpo puede aumentar el estrés, mantener la mente en alerta y agotar los recursos emocionales.
Implicaciones terapéuticas
Este hallazgo podría abrir nuevas vías para abordar trastornos psicológicos desde una perspectiva corporal. Si el acoplamiento estómago-cerebro se confirma como un biomarcador de malestar emocional, podrían desarrollarse tratamientos que modulen esta comunicación para aliviar los síntomas.
Por ejemplo, terapias centradas en la interocepción, como la meditación de conciencia corporal, el biofeedback o técnicas de respiración, podrían tener un papel más importante en el tratamiento de trastornos del ánimo. Al entrenar la mente para interpretar mejor las señales internas, se podría reducir la carga emocional asociada a ellas.
Una nueva frontera en la salud mental
Este estudio se suma a un creciente interés por las interacciones cuerpo-mente, que están redefiniendo cómo entendemos el bienestar emocional. La idea de que las emociones no solo se «sienten» en el cerebro sino también en órganos como el estómago, invita a una visión más integrada y compasiva de la salud mental.
Ya no se trata solo de «pensar distinto» para sentirse mejor, sino de aprender a escuchar el cuerpo, regular sus ritmos y comprender los mensajes que nos envía. El estómago, muchas veces ignorado en las conversaciones sobre bienestar emocional, podría convertirse en una pieza clave para comprender por qué nos sentimos como nos sentimos.ç