Ver una serie en maratón, seguir un documental en alta definición o reproducir videos cortos en el móvil parece un acto inofensivo. Sin embargo, cada hora que pasamos frente a una pantalla viendo contenido en streaming consume algo más que energía eléctrica: también se traduce en litros de agua que no vemos, pero que forman parte de la llamada huella hídrica digital.

¿Qué es la huella hídrica digital?

La huella hídrica se refiere a la cantidad total de agua utilizada de forma directa o indirecta para producir un bien o un servicio. En el caso del streaming, el agua no se usa para fabricar el video en sí, sino para mantener en funcionamiento la infraestructura que lo hace posible.

Piensa en los centros de datos como enormes bibliotecas digitales. En ellos se almacenan y distribuyen las series, películas y videos que consumimos. Estas instalaciones necesitan mantenerse frías para evitar que los servidores se sobrecalienten, y ese enfriamiento requiere grandes cantidades de agua, ya sea para sistemas de refrigeración evaporativa o para producir la electricidad que los alimenta.

Cómo el streaming gasta agua sin que lo notemos

El proceso es menos evidente que abrir un grifo, pero igual de real:

  • Centros de datos: utilizan agua para enfriar los servidores que transmiten el contenido.
  • Generación de energía: gran parte de la electricidad proviene de centrales térmicas que requieren agua para su funcionamiento.
  • Transporte de datos: cada video recorre un camino digital que involucra routers, cables submarinos y redes locales, todo impulsado por electricidad con su propia huella hídrica.

Según un estudio de la Universidad de California, reproducir un video de una hora en alta definición puede implicar el uso indirecto de entre 2 y 12 litros de agua, dependiendo de la eficiencia energética y del tipo de refrigeración del centro de datos.

Alta definición, alta huella

No todo el contenido impacta igual. Cuanto mayor sea la calidad del video, más datos se transmiten y más servidores trabajan. Un episodio en 4K puede multiplicar varias veces la huella hídrica frente a uno en definición estándar.

Es como comparar el consumo de agua al llenar una pequeña pecera con el de una piscina: ambos contienen agua, pero el segundo requiere un esfuerzo mucho mayor.

El papel de las plataformas

Empresas como Netflix, YouTube o Disney+ están invirtiendo en energías renovables y sistemas de enfriamiento más eficientes. Por ejemplo, Google ha adoptado técnicas de enfriamiento con aire en ciertos centros, reduciendo drásticamente el uso de agua.

No obstante, la mayoría de los centros de datos aún dependen de agua dulce para mantener estables sus operaciones. Esto genera un dilema, sobre todo en zonas afectadas por sequías.

Lo que puedes hacer como usuario

Aunque parezca que nuestra elección individual es insignificante, millones de decisiones sumadas generan un impacto notable. Algunas acciones que reducen la huella hídrica del streaming:

  • Bajar la resolución: si ves un video en el móvil, no necesitas 4K; 720p suele ser suficiente.
  • Descargar en lugar de retransmitir: ver un archivo ya descargado evita transmisiones repetidas.
  • Evitar reproducciones innecesarias: los videos que se reproducen en bucle o de fondo siguen consumiendo recursos.
  • Usar conexiones eficientes: las redes de fibra óptica suelen ser más eficientes que las móviles en términos energéticos.

Un consumo invisible, pero real

La huella hídrica del streaming es como una sombra: siempre está presente, aunque no la veamos. Entender este impacto no significa dejar de disfrutar de nuestras series, sino hacerlo con una mayor conciencia.

Si cada persona ajusta pequeños hábitos, y las plataformas continúan mejorando sus sistemas, el consumo de agua ligado al entretenimiento digital puede reducirse significativamente.

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