En el desafiante terreno de la computación cuántica, uno de los mayores retos ha sido lograr el acomodo preciso de átomos individuales en patrones definidos. Esta organización es esencial para construir sistemas cuánticos escalables que permitan simular física compleja o realizar cálculos imposibles para ordenadores tradicionales. Sin embargo, como si se tratara de armar un rompecabezas con piezas diminutas que tienden a moverse solas, colocar miles de átomos exactamente en su lugar sin errores ha sido una tarea monumental.

De pinzas ópticas a hologramas controlados por IA

La técnica que se usa para atrapar átomos y moverlos en el espacio se basa en lo que se conoce como pinzas ópticas. Se trata de haces láser sumamente enfocados que funcionan como una especie de «dedos de luz» capaces de sujetar un átomo sin tocarlo. A pesar de su sofisticación, estos sistemas solían enfrentar el problema de los «defectos»: posiciones vacías dentro de las matrices donde debería haber un átomo. Hasta ahora, corregir esos vacíos implicaba mover los átomos uno por uno, en secuencia, lo que llevaba tiempo y limitaba la escala.

Pero un equipo de investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China y del Laboratorio de Inteligencia Artificial de Shanghái ha cambiado las reglas del juego. Han desarrollado un protocolo basado en inteligencia artificial que permite reorganizar arrays atómicos enteros en tiempo real, con una eficiencia y rapidez inéditas.

IA al servicio de la física cuántica

El nuevo método integra algoritmos de inteligencia artificial con un modulador espacial de luz (SLM, por sus siglas en inglés), que proyecta hologramas que guían los movimientos atómicos. Es como usar un GPS inteligente para mover a todos los átomos al mismo tiempo hacia sus posiciones correctas, en lugar de hacerlo uno por uno. Y lo mejor: todo esto ocurre en apenas 60 milisegundos.

El sistema analiza las posiciones iniciales de los átomos atrapados aleatoriamente y calcula, mediante IA, el camino más eficiente para trasladarlos a sus posiciones objetivo. Este camino se divide en pasos, y para cada paso se genera un nuevo holograma que indica hacia dónde deben moverse todos los átomos.

Gracias a esta paralelización, se logró construir matrices bidimensionales y tridimensionales de hasta 2024 átomos sin defectos visibles. Y lo más sorprendente es que el tiempo necesario no aumenta con el tamaño de la matriz, lo que allana el camino para sistemas de 10.000 o incluso 100.000 átomos.

Un paso clave hacia la computación cuántica escalable

Este avance se inscribe en una tendencia conocida como «IA para la cuántica» (AI4Q), que busca aplicar métodos de aprendizaje automático para resolver cuellos de botella en la física cuántica. En este caso, la IA no solo acelera el proceso de reorganización, sino que también lo hace más preciso y robusto, reduciendo al mínimo los errores en la estructura final.

Uno de los responsables del estudio, el Dr. Han-Sen Zhong, fue alumno del reconocido físico Chao-Yang Lu, y lideró el diseño del sistema de control basado en IA. Según explicó, el objetivo no era simplemente mejorar la velocidad, sino también garantizar que cada átomo estuviera en el lugar correcto en cada momento, algo crítico para el funcionamiento confiable de computadoras cuánticas.

Implicaciones para simulaciones y corrección de errores cuánticos

Una de las grandes esperanzas del equipo es que esta tecnología permita avanzar hacia sistemas cuánticos con corrección de errores, algo indispensable para que la computación cuántica deje de ser solo una promesa de laboratorio. Actualmente, los errores y la fragilidad de los qubits impiden que los sistemas cuánticos sean escalables y confiables. Pero si se logra tener matrices completamente limpias, el siguiente paso es implementar mecanismos que detecten y corrijan fallos de manera automática.

Este nuevo método también podría utilizarse en simulaciones cuánticas de materiales, reacciones químicas o incluso física de partículas. Tener la capacidad de construir y reconstruir estas matrices con tal precisión permite modelar sistemas complejos con un nivel de detalle sin precedentes.

Un homenaje indirecto a los debates fundacionales de la física

Curiosamente, la inspiración original del equipo no fue la computación cuántica, sino un antiguo debate filosófico entre Einstein y Bohr sobre los fundamentos de la mecánica cuántica. Su idea inicial era recrear experimentalmente el famoso experimento mental del «rendija que retrocede», en el que se cuestiona si es posible observar el comportamiento de una partícula sin alterar su estado cuántico. Para lograrlo, necesitaban un control extremadamente preciso sobre un solo átomo atrapado. Fue en ese proceso que surgieron las ideas que hoy permiten organizar miles.

IA como aliada estratégica para la investigación

Este trabajo muestra el potencial transformador de la colaboración entre disciplinas. La fusión entre inteligencia artificial y física cuántica está empezando a dar frutos tangibles, no solo como concepto teórico, sino en aplicaciones concretas que podrían acelerar el desarrollo de tecnologías cuánticas reales.

El equipo espera que su método inspire a más laboratorios a adoptar enfoques multidisciplinarios y que, en un futuro cercano, podamos ver sistemas cuánticos funcionales construidos con esta clase de arrays atómicos perfectamente alineados, como si fueran mosaicos invisibles ensamblados por algoritmos invisibles.

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