Una reciente investigación realizada por Lumafield, empresa especializada en escaneos de tomografía computarizada (CT), ha puesto sobre la mesa un tema crítico: la diferencia abismal en la calidad de fabricación entre las baterías de marcas reconocidas y aquellas que provienen de fabricantes de bajo coste, muchas veces desconocidos. El estudio, basado en el análisis interno de más de 1.000 celdas de baterías de ion de litio mediante rayos X, revela datos alarmantes: cerca del 8% de las baterías económicas presentan defectos de fabricación peligrosos.

Qué es el defecto de «negative anode overhang»

Uno de los hallazgos más preocupantes fue la presencia del llamado negative anode overhang en 33 baterías. Este defecto ocurre cuando los componentes internos de la batería no están alineados correctamente, dejando parte del ánodo fuera de su posición ideal. Imaginemos que una batería es como una lasagna: si las capas están mal alineadas, el resultado no sólo es poco estético, sino potencialmente desastroso. En el caso de las baterías, esta mala alineación interna aumenta significativamente el riesgo de cortocircuitos internos, lo que podría derivar en incendios o explosiones.

Dónde se encontraron los mayores problemas

Las 33 baterías con defectos provinieron todas del grupo de 424 unidades adquiridas a marcas de bajo coste o falsificadas, muchas de ellas vendidas en plataformas como Amazon o Temu. Ninguna de las baterías analizadas de marcas OEM reconocidas, como Samsung, Panasonic o Murata, presentó este tipo de defecto.

La diferencia no solo fue evidente en el análisis de rayos X, sino también en la promesa vs. la realidad: mientras que las marcas falsificadas presumían capacidades de hasta 9.900 mAh (muy por encima del límite físico realista para este tipo de batería, que ronda los 3.000 a 3.450 mAh), las pruebas revelaron que muchas no superaban los 1.300 mAh en condiciones reales de uso.

La trampa de las envolturas falsas y las especificaciones infladas

Algunas baterías imitaban hasta el más mínimo detalle de los productos originales, incluyendo envoltorios de colores similares a los de Samsung para engañar al consumidor. Otras exageraban descaradamente sus especificaciones técnicas, presentándose como soluciones de «alta capacidad» cuando en realidad ofrecían un rendimiento paupérrimo.

Más allá del sobreanuncio de capacidad, el estudio detectó problemas graves en la alineación de los bordes internos de las capas que componen la batería. Esta falta de precisión en la fabricación puede generar puntos de tensión que, al combinarse con factores externos como una caída o el sobrecalentamiento (por ejemplo, dejar el dispositivo en un coche expuesto al sol), aumentan el riesgo de que ocurra un accidente.

Baterías reempaquetadas: una zona gris

En el estudio también se analizaron baterías «rewrap«, es decir, celdas originales de fabricantes OEM a las que se les ha reemplazado la envoltura exterior. Aunque estas mostraron una calidad aceptable, la falta de información clara sobre su procedencia exacta y control de calidad en la cadena de suministro plantea interrogantes. El usuario final no tiene forma sencilla de verificar si realmente provienen de una fuente confiable.

Cuánto cuesta realmente «ahorrar»

El impulso de adquirir baterías baratas puede parecer una decisión inteligente al principio, especialmente cuando el ahorro es considerable. Pero este tipo de informes evidencia que lo barato puede salir caro, o incluso peligroso. No se trata solo de una reducción en la autonomía del dispositivo, sino de poner en riesgo la seguridad personal y material.

Un banco de baterías defectuoso en una bici eléctrica o en una herramienta de trabajo podría provocar un incendio en el hogar o en el lugar de trabajo. Las consecuencias de ese «ahorro» podrían ser desproporcionadas en relación con el coste inicial evitado.

La necesidad de mayor regulación y conciencia

El estudio de Lumafield saca a la luz una problemática que está creciendo con el auge del comercio electrónico y la facilidad para comprar componentes tecnológicos de forma internacional. La ausencia de controles estrictos y la falta de información para el consumidor dificultan la tarea de distinguir entre un producto fiable y uno potencialmente peligroso.

Aunque no todos los usuarios tienen acceso a escáneres de rayos X, existen buenas prácticas que pueden ayudar a reducir el riesgo: comprar siempre a proveedores reputados, desconfiar de especificaciones que suenan demasiado buenas para ser verdad y buscar información en comunidades especializadas antes de realizar una compra.

Un llamado a la responsabilidad colectiva

La seguridad en productos con baterías de litio no es solo una cuestión de tecnología, sino de responsabilidad compartida entre fabricantes, vendedores y consumidores. Estudios como el de Lumafield no solo iluminan problemas técnicos, sino que también nos invitan a reflexionar sobre nuestras decisiones de compra y el valor que damos a la seguridad frente al precio.

Los riesgos ocultos de las baterías baratas al descubierto con escáneres de rayos X

Una reciente investigación realizada por Lumafield, empresa especializada en escaneos de tomografía computarizada (CT), ha puesto sobre la mesa un tema crítico: la diferencia abismal en la calidad de fabricación entre las baterías de marcas reconocidas y aquellas que provienen de fabricantes de bajo coste, muchas veces desconocidos. El estudio, basado en el análisis interno de más de 1.000 celdas de baterías de ion de litio mediante rayos X, revela datos alarmantes: cerca del 8% de las baterías económicas presentan defectos de fabricación peligrosos.