La noticia de que NASA planea instalar un reactor nuclear en la Luna en los próximos cinco años ha generado revuelo, asombro y escepticismo. Aunque suena a argumento de película de ciencia ficción, este proyecto tiene bases técnicas sólidas, un largo historial de desarrollo y objetivos concretos que podrían transformar la exploración espacial.
¿Por qué usar energía nuclear en la Luna?
La energía nuclear en el espacio no es nueva. Desde 1965, con el lanzamiento del SNAP-10A, Estados Unidos ha enviado reactores al espacio para proporcionar energía a sondas y satélites. Lo que ahora plantea NASA es construir un microreactor de 100 kilovatios para operar en la superficie lunar, donde las condiciones ambientales hacen que las fuentes tradicionales, como la solar, sean poco fiables.
Las noches en la Luna duran el equivalente a 14 días terrestres. En ese período, no hay generación solar, y mantener una base funcionando requeriría transportar enormes baterías desde la Tierra, lo que no es viable a gran escala. A eso se suma que hay zonas lunares en permanente sombra donde nunca llega la luz solar. La fusión nuclear ofrece una solución compacta, constante y eficiente.
Qué potencia ofrecerá este reactor lunar
Según explica la experta Bhavya Lal, una pequeña cantidad de uranio-235 puede liberar la misma energía que toneladas de carbón. Para ponerlo en perspectiva, una esfera del tamaño de una pelota de béisbol puede generar lo mismo que un tren cargado de carbón. Esta densidad energética es clave para misiones espaciales, donde el peso es crítico.
Por ejemplo, la sonda New Horizons, que visitó Plutón, funcionaba con apenas 200 vatios, lo equivalente a dos bombillas. Por eso no pudo entrar en órbita ni enviar sus datos en tiempo real. Un microreactor de 20 kW habría cambiado ese escenario por completo.
Usos prácticos: de bases permanentes a actividades industriales
El objetivo de NASA no es solo explorar, sino preparar el camino para una presencia humana y robótica sostenida en la Luna. Esto implica desde operar hábitats, laboratorios y sistemas de comunicación hasta realizar tareas de impresión 3D con materiales lunares, que podría requerir cientos de kilovatios de energía.
Imagina una pequeña fábrica lunar que procese regolito (el polvo de la superficie lunar) para construir estructuras. Ese tipo de actividad solo es posible con una fuente constante y potente de energía, algo que el Sol, por sí solo, no puede garantizar.
Marte y la Luna: ensayo general
Los desafíos energéticos en Marte son aún mayores. Las tormentas de polvo que duran semanas o meses bloquean la luz solar. La NASA perdió al rover Opportunity precisamente por uno de estos eventos. Por eso, antes de operar reactores nucleares en Marte, los expertos creen que se debe probar esta tecnología en la Luna, un entorno más cercano y controlable.
Obstáculos técnicos: construirlo es sólo el comienzo
Aunque el concepto es prometedor, los desafíos logísticos y técnicos son enormes. Actualmente no existe ningún reactor de 100 kW operativo ni en construcción en EE. UU. Si bien hay diseños en desarrollo, pasar de prototipos a sistemas confiables lleva tiempo y varias iteraciones.
En 2018, el proyecto KRUSTY (Kilopower Reactor Using Stirling Technology) demostró un sistema funcional de 10 kW, pero escalarlo diez veces implica nuevos desafíos térmicos, de seguridad y de transporte.
Cómo llevar un reactor a la Luna
El peso estimado del reactor es de entre 10 y 15 toneladas, y a eso hay que sumarle un radiador del tamaño de una cancha de baloncesto, que debe caber en un cohete. Actualmente, ningún lanzador comercial tiene la capacidad de transportar esa carga en una sola pieza.
El plan parece depender del desarrollo exitoso de Starship, el megacohete de SpaceX. Pero en 2025, de tres vuelos de prueba, dos acabaron en explosiones. A eso se suma que el módulo de aterrizaje lunar que debería llevar el reactor a la superficie sigue siendo un render 3D: ni Starship ni el Blue Moon de Blue Origin han aterrizado en la Luna.
Recursos humanos y financiamiento inciertos
Otro factor que podría limitar el proyecto es la reducción de personal en NASA. Se estima que unos 4.000 empleados podrían dejar la agencia debido a jubilaciones anticipadas o renuncias diferidas. Esta salida masiva podría afectar áreas críticas como la ingeniería nuclear, concentrada en el Glenn Research Center.
Si bien el Departamento de Energía podría compensar en parte la pérdida de talento, la ejecución del proyecto también depende del presupuesto. Los expertos calculan que se necesitaría una inversión de unos 800 millones de dólares al año durante cinco años para hacerlo realidad.
Una apuesta ambiciosa para liderar el futuro espacial
Pese a los obstáculos, la comunidad científica parece optimista. Si el gobierno estadounidense respalda realmente la iniciativa con recursos y colaboración privada, podría sentar las bases para un nuevo capítulo en la exploración del espacio profundo. La instalación de un reactor nuclear en la Luna no es una fantasía futurista, sino una pieza clave para convertir a nuestro satélite en una plataforma de exploración y desarrollo tecnológico a largo plazo.