TikTok, la popular plataforma de videos cortos, ha sido protagonista de una nueva etapa de negociaciones entre Estados Unidos y China. A pesar de las exigencias impuestas por la ley estadounidense para que ByteDance se deshaga de su filial en ese país, el acuerdo alcanzado entre ambas potencias permite que el algoritmo desarrollado por la matriz china siga siendo utilizado por la versión estadounidense de la app. Esta decisión, fruto de una delicada negociación, reabre el debate sobre la soberanía tecnológica, la privacidad de los datos y la influencia cultural en el entorno digital global.

El alma de TikTok: un algoritmo que no se suelta

La clave de TikTok está en su algoritmo de recomendación, ese motor invisible que decide qué contenido vemos y cómo nos atrapa durante horas. China ha autorizado la licencia de uso del algoritmo a la nueva empresa que operará en Estados Unidos, pero no lo ha vendido ni ha transferido su propiedad. Esto significa que, aunque el control accionarial esté en manos de inversores estadounidenses, la inteligencia que hace funcionar la aplicación seguirá teniendo sello chino.

Wang Jingtao, portavoz del regulador chino de ciberseguridad, confirmó que el acuerdo incluye una licencia de uso de la propiedad intelectual vinculada al algoritmo, además de un compromiso de supervisión del contenido y la seguridad de los datos por parte de ByteDance. La supervisión, sin embargo, sigue envuelta en cierta opacidad, lo que ha generado dudas entre analistas y legisladores norteamericanos.

Un rompecabezas legal y geopolítico

La administración Biden, al igual que la anterior administración Trump, ha puesto como condición la desinversión total de ByteDance para permitir que TikTok continúe operando legalmente en Estados Unidos. No obstante, este nuevo modelo de licencia plantea una zona gris legal: si el algoritmo sigue siendo gestionado desde China, aunque con licencia, ¿se cumple realmente con los requisitos de independencia exigidos por la ley?

El presidente estadounidense conserva la facultad de interpretar si se ha producido una separación suficiente como para no considerar que la empresa sigue bajo influencia china. Esto convierte al acuerdo en un acto de equilibrio diplomático, donde las presiones políticas, los intereses comerciales y la opinión pública juegan un papel determinante.

Entrenamiento local, ADN extranjero

Una de las claves del nuevo acuerdo es que el algoritmo chino será entrenado localmente con datos de usuarios estadounidenses. Es decir, aunque la tecnología base siga siendo la misma, las preferencias, interacciones y patrones de comportamiento que alimentan al sistema se generarán dentro del propio territorio norteamericano.

Esta diferenciación busca ofrecer garantías de que el contenido mostrado no responde a agendas externas. Sin embargo, al mantener el mismo esqueleto tecnológico, se plantean dudas sobre si realmente puede desvincularse del enfoque de diseño original de ByteDance, un diseño que ha sido objeto de escrutinio en numerosos países por su capacidad de moldear la opinión pública y fomentar determinados comportamientos.

Inversores locales, algoritmos globales

Según informó Reuters, el nuevo esquema empresarial contempla que firmas como Andreessen Horowitz, General Atlantic, Susquehanna y KKR sean accionistas principales en la nueva compañía. Incluso Oracle, que ya gestiona los datos de usuarios de TikTok en Estados Unidos, podría ampliar su participación.

El papel de Oracle es fundamental, ya que actúa como garante del almacenamiento seguro de datos. Su infraestructura permite asegurar que la información no cruce fronteras sin autorización, una de las exigencias clave del gobierno estadounidense. Sin embargo, esto no elimina el hecho de que la maquinaria que decide qué videos se viralizan siga siendo de fabricación china.

TikTok como símbolo de la guerra tecnológica

Este episodio es un nuevo capítulo en la batalla tecnológica entre China y Estados Unidos, una contienda que ya no se libra solo con aranceles o inversiones, sino con algoritmos, datos y regulaciones. TikTok es solo uno de los muchos frentes en esta disputa, pero es un frente especialmente visible, ya que conecta directamente con millones de usuarios en todo el mundo, incluidos los más jóvenes.

Al mantener el uso del algoritmo de ByteDance, China logra preservar su influencia en uno de los productos culturales más exportados de los últimos tiempos. Y Estados Unidos, aunque consigue mayor control operativo, debe aceptar una concesión que podría parecer un caballo de Troya tecnológico.

Los desafíos por venir

A pesar del acuerdo, el futuro de TikTok en Estados Unidos sigue siendo incierto. Cualquier cambio en la administración presidencial, una nueva escalada de tensiones geopolíticas o una filtración de datos podría hacer que el pacto quede sin efecto. Además, hay voces dentro del Congreso que presionan por una separación más tajante, al considerar que una licencia no es suficiente para proteger los intereses nacionales.

TikTok ha explorado incluso el desarrollo de una aplicación paralela diseñada específicamente para Estados Unidos, con la posibilidad de sincronizar ciertos contenidos a nivel global, pero sin compartir datos sensibles. Esta estrategia muestra hasta qué punto la empresa está dispuesta a adaptarse para mantener presencia en el mercado norteamericano.

Un acuerdo que marca tendencia

El caso TikTok podría sentar un precedente para otras plataformas chinas que busquen operar en países occidentales. La idea de licenciar algoritmos sin venderlos podría convertirse en una estrategia habitual para sortear las restricciones legales sin perder el control tecnológico.

Este nuevo paradigma, sin embargo, obliga a repensar cómo definimos la soberanía digital, qué significa realmente controlar una aplicación y hasta qué punto es posible separar la tecnología del contexto político de su origen.

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