Un equipo de paleontólogos ha hallado en un antiguo pez una estructura única que podría redefinir parte de lo que se sabe sobre la evolución de los peces. Se trata de Platysomus, una especie que vivió hace aproximadamente 310 millones de años y que presenta la evidencia más antigua conocida de una especie de «lengua mordedora» dentro de la boca. Esta estructura, formada por una placa de dientes sostenida por los huesos branquiales, indica un cambio funcional en la forma de alimentarse de estos animales acuáticos.
El origen de una herramienta alimenticia singular
Los peces rayados o de aletas radiadas, grupo al que pertenecen peces actuales como el salmón o el atún, comenzaron a diversificarse en estrategias de supervivencia durante el periodo Pensilvánico. Fue en ese contexto que surgieron nuevas formas de capturar y procesar alimento. El descubrimiento de esta estructura móvil similar a una lengua dentada, que presiona contra una placa dental superior, representa un punto de inflexión en esa adaptación alimenticia.
Platysomus, a diferencia de otros peces de su época, desarrolló esta placa inferior articulada para triturar alimentos duros, algo que hoy podríamos comparar con la manera en que ciertos peces actuales, como los bonefish, procesan conchas y caparazones. Esta función, que hoy parece habitual en muchas especies, fue una innovación funcional sin precedentes para su tiempo.
Evolución convergente y caminos repetidos
Matt Friedman, paleontólogo de la Universidad de Michigan y uno de los autores del estudio, explica que este hallazgo no sólo aporta un dato curioso sobre un pez extinto, sino que revela patrones evolutivos comunes. Varios grupos de peces desarrollaron de forma independiente estructuras similares para enfrentar retos parecidos, como triturar alimento duro. Esta recurrencia sugiere que existen ciertas «vías evolutivas» que resultan más accesibles o probables que otras.
En biología evolutiva, este fenómeno se conoce como evolución convergente: distintas especies llegan a soluciones similares sin compartir un antepasado directo que ya las tuviera. En el caso de Platysomus, fue uno de los primeros en encontrar esta solución. El estudio aporta pistas sobre los límites y posibilidades del cambio evolutivo, ayudando a entender por qué ciertos rasgos aparecen repetidamente en distintas líneas evolutivas.
El desafío de estudiar peces aplastados por el tiempo
Estudiar a Platysomus no ha sido tarea fácil. Su cuerpo, profundo y aplanado, se preserva en los fósiles de forma aplastada debido al peso de los sedimentos tras su muerte. Esto limita la visualización de su estructura interna, especialmente de los elementos del cráneo que permiten comprender su anatomía funcional.
Friedman, con experiencia en escanear cabezas de peces tridimensionalmente conservadas, encontró en una colección del Reino Unido un ejemplar que escapaba a esta norma: su cráneo había resistido el proceso de compresión. Al escanearlo con tecnología de tomografía computarizada (CT), detectaron la presencia de placas dentales en posiciones internas inusuales. Esto los llevó a revisar otros fósiles aplanados de la misma especie mediante reconstrucciones digitales, descubriendo que también escondían esa compleja estructura de mordida.
Museos como minas de conocimiento
Un aspecto especialmente llamativo del hallazgo es que la pieza clave para el descubrimiento no proviene de una nueva expedición de campo, sino de una revisión cuidadosa de un fósil recolectado hace más de 120 años. Este hecho subraya la importancia de las colecciones paleontológicas almacenadas en museos, que muchas veces conservan tesoros ignorados hasta que nuevas tecnologías permiten reanalizarlos.
En palabras de Friedman, la percepción popular de que hay que ir al campo para descubrir algo nuevo no siempre se cumple. Muchas de las respuestas que buscamos pueden estar escondidas en cajones olvidados, esperando una mirada diferente o una herramienta más avanzada para revelarse.
Un hallazgo que conecta el pasado con el presente
Las placas dentales que funcionaban como una lengua prensil en Platysomus encuentran paralelismos con especies modernas que han desarrollado sistemas similares para alimentarse de presas duras. Aunque no se trate de una línea directa de descendencia, sí existe una coincidencia funcional que ilustra la flexibilidad de la evolución para resolver problemas comunes.
El estudio, publicado en Biology Letters y respaldado por la National Science Foundation de Estados Unidos, contribuye al entendimiento de cómo ciertas estructuras biológicas surgen, desaparecen o reaparecen a lo largo del tiempo. Cada nuevo descubrimiento de este tipo permite completar el complejo rompecabezas de la vida pasada y sus conexiones con las formas actuales.