Los microscopios han sido desde hace siglos una herramienta clave para expandir nuestros sentidos más allá de lo visible. Nos han permitido observar bacterias, virus, células y estructuras que antes parecían invisibles. Pero incluso los microscopios ópticos más avanzados estaban atados a una barrera fundamental: el límite de difracción, que impide distinguir objetos menores a unos 200 nanómetros. Ver átomos individuales con luz, algo tan cotidiano y ubicuo, parecía simplemente imposible.

Eso acaba de cambiar gracias al desarrollo de ULA-SNOM, una técnica de microscopía que ha logrado superar este límite y mostrar detalles ópticos a escala atómica. Hablamos de una resolución de apenas un nanómetro, suficiente para observar la estructura y comportamiento de un solo átomo.

Una mirada más allá de los límites tradicionales

La clave de este avance está en una técnica conocida como scattering-type scanning near-field optical microscopy (s-SNOM). En este método, una punta metálica extremadamente fina se ilumina con un láser y se escanea sobre la superficie del material. La luz dispersada proporciona información de estructuras a nivel nanométrico.

El problema es que la s-SNOM tradicional solo llega a resoluciones de entre 10 y 100 nanómetros, lo cual es insuficiente si queremos ver átomos.

El equipo de investigadores internacionales fue más allá y desarrolló una versión mejorada, llamada ULA-SNOM (ultralow tip oscillation amplitude SNOM). La diferencia principal está en que la punta metálica oscila con una amplitud minúscula, de entre 0.5 y 1 nanómetro, es decir, menos que el grosor de tres átomos. Esa reducción en la oscilación permite obtener señales ópticas más precisas sin comprometer la resolución.

Un entorno extremo para una sensibilidad extrema

Para lograr tal precisión, no basta con una punta diminuta. El experimento se realizó en condiciones extremadamente controladas: vacío ultraalto y temperaturas de apenas 8 Kelvin (unos −265 °C). Estas condiciones criogénicas eliminan vibraciones y contaminaciones que podrían arruinar la medición.

La punta, hecha de plata pulida y moldeada con un haz de iones enfocado, se combina con un láser rojo de 633 nanómetros de longitud de onda. La interacción entre la luz y la punta forma una cavidad plasmónica del tamaño de un solo nanómetro cúbico. Esa pequeña «burbuja de luz» es la que permite interactuar con la superficie del material a nivel atómico.

No solo ver, sino entender

El ULA-SNOM no se limita a generar imágenes. También mide simultáneamente conductividad eléctrica, fuerzas mecánicas y otros parámetros gracias a su integración con técnicas como la microscopía de fuerza atómica (AFM) y la microscopía de efecto de tunelado (STM).

Al analizar las señales generadas por diferentes frecuencias de vibración de la punta, conocidas como armónicos, los investigadores pudieron separar distintas fuentes de información. El cuarto armónico, en particular, fue clave para diferenciar el comportamiento óptico entre materiales.

Es como si, en lugar de mirar una fotografía en blanco y negro, ahora tuviéramos una versión en alta definición, con colores, texturas y detalles que antes pasaban desapercibidos.

Resultados que marcan un antes y un después

El ULA-SNOM fue probado con islas de silicio de un solo átomo de grosor depositadas sobre una superficie de plata. No solo se distinguían claramente los bordes entre ambos materiales, sino que también se observaba cómo cada uno interactuaba con la luz de manera diferente.

La resolución alcanzada, de aproximadamente un nanómetro, es comparable a la de un STM tradicional, lo que confirma que la información óptica obtenida está a la misma escala que las técnicas electrónicas más precisas.

Implicaciones futuras y posibles aplicaciones

Gracias a esta técnica, por primera vez es posible observar directamente cómo un solo átomo o defecto puede modificar el comportamiento óptico de un material. Esto podría tener un enorme impacto en el diseño de nanodispositivos electrónicos, en la fabricación de celdas solares más eficientes, en el estudio de nuevos materiales fotónicos, y en campos emergentes como la investigación cuántica.

También se abren puertas para estudiar sensores moleculares individuales, puntos cuánticos o incluso estructuras biológicas a un nivel de detalle que antes era impensable.

Eso sí, hay que tener en cuenta que el ULA-SNOM requiere condiciones poco accesibles fuera de un laboratorio especializado: vacío extremo, temperaturas criogénicas, láseres estables y componentes metálicos tallados con precisión atómica.

Lo que podría venir

El siguiente paso natural será hacer esta tecnología más accesible y escalable. Tal vez en el futuro veamos versiones simplificadas de este sistema que puedan operar en condiciones más relajadas, lo que permitiría su adopción en más centros de investigación, universidades e incluso industrias.

Este tipo de avances marcan el camino hacia una era donde la luz podrá ser usada no solo para ver lo diminuto, sino también para interactuar, controlar y diseñar materiales desde su base atómica.

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