En un momento donde gran parte de los navegadores se orientan hacia la automatización total de la experiencia, Vivaldi decide desmarcarse de esta tendencia para reivindicar una idea básica pero poderosa: navegar por internet es una acción que debe seguir siendo humana. Jon von Tetzchner, CEO y cofundador de Vivaldi, expone con claridad su postura: la web debe seguir siendo un espacio para la exploración activa, no para el consumo pasivo dirigido por algoritmos.

La propuesta de Vivaldi no es nostálgica, sino reflexiva. Frente a la creciente influencia de herramientas de inteligencia artificial que resumen contenidos, anticipan acciones y gestionan la navegación por el usuario, este navegador propone mantener viva la curiosidad individual, el pensamiento crítico y la toma de decisiones propia.

Crítica al modelo actual: del usuario al espectador

El auge de los asistentes con IA en navegadores como Chrome y Edge marca una transformación profunda en el modo en que accedemos a la información. Google ha introducido Gemini, capaz de resumir contenidos y, a futuro, de moverse entre pestañas y enlaces como si fuera el propio usuario. Microsoft, por su parte, presume de Edge como un navegador donde la IA escanea la pantalla y actúa de forma proactiva.

Este tipo de soluciones, lejos de ser neutrales, están cambiando el rol del internauta. La barra de direcciones, antes un punto de partida para la búsqueda personal, se convierte en un canal para dictarle órdenes a la máquina. El resultado es una navegación cada vez más filtrada, menos participativa y profundamente sesgada por decisiones algorítmicas.

Consecuencias para el ecosistema digital

Las implicaciones de este modelo son preocupantes. Al recibir respuestas inmediatas de un bot, muchos usuarios dejan de interactuar con las fuentes originales. Esto se traduce en menos visitas a medios, creadores de contenido y comunidades que conforman el tejido vivo de internet.

Un informe de Pew Research muestra que los clics sobre resultados tradicionales se reducen casi a la mitad cuando se presentan resúmenes generados por IA. Esto supone una pérdida significativa para los sitios web que dependen de ese tráfico para mantenerse activos. Algunos editores han advertido que la caída en visitas es dramática, afectando la viabilidad económica de sus proyectos.

Este fenómeno plantea un dilema mayor: ¿qué pasa cuando el acceso a la información está mediado por intereses comerciales que priorizan la retención de usuarios dentro de sus plataformas? En esta nueva batalla entre navegadores, no se trata sólo de velocidad o eficiencia, sino de qué tipo de relación queremos tener con el conocimiento.

El posicionamiento de Vivaldi: privacidad, control y diversidad

Frente a esta tendencia, Vivaldi mantiene una postura firme: las personas deben estar por encima de las estrategias publicitarias. La compañía no pretende impedir el uso de herramientas con IA, pero rechaza implementarlas de forma intrusiva o condicionante. En lugar de eso, elige diseñar un navegador que favorezca la autonomía, permitiendo que sea el usuario quien decida qué herramientas utilizar.

El mensaje es claro: sin exploración activa, la web pierde su esencia. Si el usuario se convierte en espectador, también se debilita la diversidad de voces, la creatividad y el intercambio de ideas que hicieron de internet un espacio abierto. Vivaldi quiere ser ese refugio para quienes siguen disfrutando de descubrir por su cuenta, sin que un sistema automatizado decida por ellos.

IA sí, pero bajo ciertas condiciones

Von Tetzchner no niega el potencial de la inteligencia artificial. Reconoce que el aprendizaje automático puede dar lugar a funciones muy úbiles. Sin embargo, se muestra crítico con la forma en que se está aplicando hoy en navegadores. El riesgo de fomentar la desinformación o vulnerar la privacidad es real, y por eso la empresa ha decidido no incorporar, por el momento, modelos de lenguaje grande (LLM) para funciones como asistentes virtuales, motores de sugerencias o autocompletado avanzado.

La decisión está basada en principios. No se trata de una estrategia de marketing, sino de una forma de pensar el futuro de la web. Si la IA puede integrarse respetando la propiedad intelectual, la privacidad y el carácter abierto de internet, entonces podría tener cabida en el ecosistema de Vivaldi. Pero si el precio es convertir a los usuarios en consumidores pasivos, entonces prefieren mantenerse al margen.

Un manifiesto por una web en la que el usuario tenga el control

En una declaración contundente, Vivaldi afirma: «Nos negamos a reducirte a un espectador pasivo». Este mensaje sintetiza la filosofía de la empresa y refuerza su compromiso con una web más libre y participativa.

La navegación, según la visión de la compañía, debe inspirar a los usuarios a explorar, cuestionar y tomar decisiones por sí mismos. Comparan la experiencia de usar un navegador con IA con pagarle a un robot para que cene con tus amigos y luego te cuente lo que pasó. Pierdes la vivencia, la interacción, el descubrimiento.

Vivaldi elige a las personas por encima del «hype» tecnológico. Considera que sin exploración, la web pierde su color y diversidad, y que cuando un asistente se interpone entre el usuario y el contenido, se filtra lo que se ve y se decide lo que no se ve. Se externaliza el juicio.

Por eso, la compañía insiste en diseñar un navegador que te permita estar en el asiento del conductor, no como pasajero. Una herramienta para que explores la web según tus propios términos.

Un navegador para usuarios curiosos y exigentes

Vivaldi sigue apostando por un modelo de navegación potente, personalizable y centrado en la privacidad. Sus funciones están diseñadas para quienes desean tener control total sobre su experiencia digital, desde investigadores hasta entusiastas de la tecnología, pasando por usuarios que simplemente valoran su libertad para explorar sin interferencias.

La compañía insiste en que el navegador debe ser una herramienta para pensar, decidir y comparar, no un filtro que seleccione por ti lo que debes ver. Esa visión puede parecer contracultural frente al avance de la IA en todos los frentes, pero también representa una resistencia saludable y necesaria.

Internet sigue siendo un lugar inmenso, lleno de matices, caminos alternativos y voces distintas. Vivaldi no quiere reducir esa complejidad a una interfaz más rápida pero más plana. Quiere que cada clic siga siendo una decisión, cada búsqueda una aventura, y cada usuario, un explorador activo.

El ritmo del estómago y su influencia silenciosa en la salud mental

A menudo se dice que sentimos las emociones en el estómago. Frases como «mariposas en el estómago» o «un nudo en la barriga» no son simples expresiones: reflejan una conexión fisiológica real entre el sistema digestivo y el cerebro. Esa comunicación, conocida como acoplamiento estómago-cerebro, está cobrando cada vez más protagonismo en la investigación sobre la salud mental.