¿Te has imaginado que tu sensor de humedad en el jardín pudiera funcionar sin cambiarle la pila nunca? Sí, suena a magia, pero hay algo llamado Wi‑Fi pasivo que casi lo hace real. Es como si tus dispositivos pudieran alimentarse del aire… literalmente. Hoy te cuento cómo, por qué mola y por qué probablemente veremos esto en miles de cosas cotidianas muy pronto.


¿Qué rayos es el Wi-Fi pasivo?

Imagínate que el Wi‑Fi no se genera en cada cacharro. En lugar de eso, hay un único dispositivo enchufado a la red, que emite una señal uniforme. Los sensores o “cosas” que tienes por casa se limitan a reflejar esa señal con una pequeña modificación digital. Nada de radio potente, nada de gastar pila… solo una “reflexión útil”. Esto se llama backscatter, y permite transmitir datos con una energía microscópica. De hecho, consume hasta 10 000 veces menos energía que el Wi‑Fi convencional y mil veces menos que Bluetooth LE o Zigbee. Y todo a velocidades de hasta 11 Mbps, que no está nada mal para muchos sensores domésticos. 


¿Por qué es tan emocionante para el Internet de las Cosas?

Piénsalo así: esa alarma de humo o ese sensor de temperatura que pones en sitios difíciles de acceder, dejará de necesitar pilas o recargas. Un estudio del grupo de la Universidad de Washington incluso lo vendía así: tus pilas podrían durar hasta 15 años 

Tú solo te olvidas de ese dispositivo, y él sigue enviando datos sin bruit, sin cables, casi sin vida útil limitada. Lo mismo sirve para sensores en edificios, granjas o incluso para gadgets mini que antes te comían el bolsillo cada mes con pilas nuevas.


¿Cómo lo explico con una anécdota?

Piensa que estás en una barbacoa, y ves un pequeño dron que sobrevuela con un sensor de humo incorporado. No tiene batería, no tiene cables, y vuela apenas unos minutos. ¿Cómo? Porque alrededor hay un dispositivo enchufado que proyecta una señal Wi‑Fi que el dron “tunea” y refleja para enviar información de humo al móvil. Parece de ciencia ficción, pero es algo bastante parecido a lo que los investigadores están desarrollando.


¿Y si no hay Wi-Fi cerca?

Este Wi‑Fi pasivo necesita estar cerca de un emisor activo, claro. Pero están surgiendo ideas para que el entorno mismo alimente esos sensores: redes de energía sobre aire ambiante, recolectando señales de Wi‑Fi, Bluetooth o incluso redes celulares. Ya existen prototipos que cosechan energía del entorno—como etiquetas sensoriales que se «encienden» con el aire—perfectas para inventos que incluso podrías pegar a unas fresas y monitorear su temperatura… sin pilas. 


¿Solo Wi-Fi? También hay alternativas energéticamente eficientes

Claro que no todo es Wi‑Fi pasivo. Hay estándares como Wi‑Fi HaLow (o IEEE 802.11ah), que usan frecuencias bajas (unos 900 MHz) para llegar más lejos y gastar menos energía. Ideal para cubrir kilómetros con dispositivos IoT y gastando menos que el Wi‑Fi convencional. Incluso se trabaja en protocolos como 802.11ba, pensados para que dispositivos despierten solo en momentos precisos, ahorrando aún más energía 


Mi opinión (sin complicarlo mucho)

Yo creo que esto es una revolución dormida. Cuando empecé a escuchar sobre Wi-Fi pasivo y redes que se alimentan solas, pensé: “¿Cuándo podremos poner sensores en cualquier rincón sin preocuparnos por las pilas?” Pues parece que ese día está cada vez más cerca.

¿Lo malo? Que todavía hay que sacar ese hardware del laboratorio a tiendas o fábricas. Pero visto lo visto, cuando llegue ese momento, será como descubrir que el sol no necesita pilas y que la conexión es algo que simplemente está ahí, alimentando todo.

Plásticos programables: esos materiales que desaparecen cuando toca

¿Te imaginas un mundo donde al soltar tu botella de plástico… boom!, que se desintegre cuando ya no la necesitas? Parece ciencia ficción, pero los plásticos programables pueden hacer algo así: actúan y luego se autodestruyen gracias a señales como luz, calor o incluso sonido. Ideal para reducir el caos de los plásticos de un solo uso, ¿no crees?